Setién, 1.005 pases y un gol de Messi

Al Granada, que hace ya tantos años le tocó hacer de ‘sparring’ en el debut de Cruyff en el Barça, le volvió a ocurrir en la presentación de Setién. No es lo mismo, desde luego, y así como aquel partido pasó a la historia por la limpia exhibición de Cruyff y el 4-0 final, el de ayer se olvidará pronto. Difícilmente un entrenador puede influir tanto en un equipo como una estrella, y si se da el caso eso sólo ocurre a través de un largo periodo, véase Guardiola en el Barça, Simeone en el Atleti o Zidane en el Madrid, por no salirnos de aquí. Lo que haga Setién, ya lo veremos. De momento, ahí quedan un pálido 1-0 contra diez y ciertos detalles.

La primera alineación traía un contratiempo para los radicales del ‘estilo’, porque sobrevivía Arturo Vidal, una especie de anticristo para ellos. Lo demás no era llamativo, salvo la disposición: un 3-5-2 con el balón, un 4-3-3 cuando lo tenía el rival. En el primer caso, Sergi Roberto se quedaba atrás, como un tercer central, mientras Jordi Alba se estiraba mucho hacia arriba, Messi era un ‘9’ retrasado y Ansu Fati y Griezmann, abiertos, jugaban arriba. No estaba Luis Suárez, pero va a faltar bastante tiempo, de modo que es probable que Setién insista en esta fórmula, salvo que el club compre un repuesto en esa zona, lo que no es seguro.

Respecto al juego en sí, no mejoró notablemente en lo que se refiere al de ataque. Messi, Messi, más Messi y algunas cosas de Ansu Fati. Atrás, sí. Atrás no hubo los agujeros que se venían viendo últimamente y Ter Stegen tuvo una reaparición tranquila. El Granada sólo creó una ocasión de verdad clara, aunque muy seria, un tirazo raso de Eteki al palo que enmudeció al Camp Nou. Eso fue en el 66’, aún con 0-0. Al poco llegó la segunda tarjeta a Germán, a todas luces injusta, la entrada de Riqui Puig y pronto el gol de Messi. Carlos Pérez y Arthur también tendrían sus minutos. El Barça dio 1.005 pases y Messi marcó un gol. Eso quedó del partido.