Leyenda eterna, forjada en sudor

Ha vuelto a hacer historia al borde de los 58. Tres décadas después de llevar al automovilismo a los grandes titulares en España la leyenda de Carlos Sainz sigue firmando páginas de oro en el deporte. En 1990 lograba las primeras victorias y el título en el Mundial de Rallys, y en 2020 acaba de anotarse su tercer Dakar. Su leyenda no parece tener fin y, como me dijo su mujer Reyes mientras derrapaba con el Volkswagen en la Plaza Mayor de Madrid cuando ganó su primer Touareg en 2010, “los demás iremos con taca taca y él seguirá corriendo”. ¿Cuáles son sus secretos? Muy fácil: pasión, trabajo y un don innato para pilotar. Los tres elixires de la eterna juventud.

A su edad, con todo demostrado ya, una familia excepcional y ninguna necesidad económica, pocos, por no decir nadie, se meten de madrugada con la bici estática a la sauna para exprimir litros de sudor de la camiseta al acabar. Es la pasión. Y, gracias a su trabajo, el Buggy Mini que un año antes hacía aguas, se había convertido en un vehículo ganador. Sello de la casa. Con los deberes hechos sólo quedaba poner en práctica sus excepcionales dotes de conducción, junto con el magistral copilotaje de Lucas Cruz, para volver a hacer historia. Ahora, que nadie venga con que se tiene que retirar. Hará lo que le dé la gana. Se lo ha ganado…como también tiene ganado ese Princesa de Asturias que tanto se hace de rogar.