Sainz es mucho Sainz

Dos títulos mundiales de rallys, tres victorias absolutas en el Dakar. Poco más es necesario decir. Carlos Sainz agranda su leyenda, no solo por lo que consigue sino también por cómo lo hace. Cada año en el que ha confirmado que volvía a asumir el desafío de la gran prueba desértica no podía dejar de preguntarme por qué. A su edad, con su palmarés y su ritmo de vida parece incomprensible que le dedique tanto esfuerzo y sacrificio a una carrera en la que casi siempre se puede perder más de lo que se puede ganar. Incluso la vida, como por desgracia sabemos bien... Pero el madrileño es consciente de sus capacidades, de su potencial, así que ¿tiene sentido desperdiciarlo? Y es evidente que argumentos para intentarlo de nuevo tenía más que sobrados, a la vista está...

Sainz no solo ha conquistado en tres ocasiones el Dakar, también ha convertido en vencedores a otros tantos coches que inicialmente no lo eran. Los proyectos de Volkswagen, Peugeot y el buggy de Mini no hubieran sido lo mismo sin su intervención, su experiencia y perfeccionismo. Sabe tanto de este deporte y es capaz de trabajar con tanta entrega que convierte en posible lo que en principio suena a utopía. Y como complemento a esa voluntad inquebrantable, un copiloto perfecto. Lucas Cruz es un tipo discreto, centrado en el compromiso de la excelencia que exige sentarse al lado de un campeón excepcional. Y yo no diría que esté a la altura, más bien supera cualquier expectativa. Así que enhorabuena a ambos por una exhibición de la que se ven pocas en el mundo de la competición.