La Supercopa de los dos Valverde

El mundillo del fútbol sigue asombrado por el ataque autoinmune que el Barça se está produciendo tras su derrota, inesperada y hasta cierto punto casual, en la semifinal contra el Atlético en Yeda. La forma en que se ha vuelto contra su entrenador ha sido todo un exceso. Ya era previsible que saliera malparado, pero no hasta el punto de que el club haya acudido como tercer plato a Quique Setién. Ya hace tiempo que Valverde sufría críticas, por estar alejando al Barça ‘del estilo’ (llámese tiqui-taca), y quizá haya influido en esto que justo el día anterior el Madrid se vistió ese traje por primera vez y le quedó muy bien.

En busca ‘del estilo’ el Barça fue a por Xavi, que dijo que no. Xavi es esencia de tiqui-taca, junto con Iniesta, pero lo difícil es mantener aquello sin ellos dos. Jugadores así no salen. Por otra parte, no me extraña que haya dicho que no. Hace un par de veranos hablé con él y me comentó cómo pensaba trazar su carrera. No cree en el entrenador omnipotente y omnisciente, sino en un grupo de seis u ocho técnicos con un líder. “Lo primero que tengo que hacer es crear mi grupo, y eso lleva tiempo. Luego podré pensar en cosas mayores”. En esas está. Para entristecer más la figura de Valverde, Koeman, requerido luego, también dijo que no.

Y del Valverde culé al madridista, triunfador del torneo. Jugador que ha emergido este año, hasta el punto de erigirse en futbolista revelación del curso, mención honorífica que rara vez recae en futbolistas de equipos grandes, a los que suelen llegar ya consagrados. Ha cubierto esa necesidad de meter energía en un equipo apagado que Zidane buscaba satisfacer con Pogba. Es futbolista como los quería Sacchi “de todo el tiempo, de todo el campo, de todos los campos”. Su última acción, ya en las boqueadas de la final, fue esa falta irremediable a Morata que le hizo salir expulsado, pero consciente de que era obligado hacerla.