Antes del Clásico

Tengo cuarenta años, un niño de tres y varias cenas de Navidad la semana que viene. Desde que arrancó diciembre me agobio cada vez que miro el calendario. Y así, mientas me tomo el primer café de la mañana, que es cuando se piensa en naderías, voy desojando la margarita. ¿De cuál me escaqueo por miedo a volcar antes de tiempo en este tour de force natalicio? Cada vez resulta más difícil identificarse con los ídolos pero mientras limpio el suelo de la cocina, que a estas alturas del párrafo mi hijo ya ha decidido encharcar de café, me veo como Zinedine Zidane y Ernesto Valverde dosificando sus plantillas en los partidos que preceden al Clásico. Unos pocos ratos de diversión entre marrones, eso es la Liga. Como la vida. Si llegar vivo al final del día es una proeza cómo pensar en la semana que viene.

Cada vez que se habla del Clásico veo la barrita de potencia llenándose en las pantallas del Valencia y la Real Sociedad, los próximos rivales del Real Madrid y el Barcelona antes del estallido. En menos de una semana el fútbol que cuenta para los memes y los grandes titulares empaparán nuestros desayunos. Pero la Liga es aquí y ahora, como se han hartado de repetir Zidane y Valverde durante toda su carrera en los banquillos. The time is now cantaba Róisín Murphy con electrónica urgencia. La Liga es intentar sobrevivir este fin de semana frente a dos plantillas orgullosas. Frente a un puñado de futbolistas buenísimos e hipermotivados por el ninguneo constante al que sometemos estas jornadas pre-Clásico. La Liga es un campo lleno de minas en Kabul. Un formato tan minusvalorado en los últimos tiempos como precioso.

Le Normand, Odegaard y Portu, con la Real.

El Madrid jugará en Mestalla un día después que el Barça en Anoeta. No les hará falta mirar el parte meteorológico: el paraguas a la maleta por defecto y por si acaso. Son estos dos desafíos monumentales para los candidatos al título y no se habla lo suficiente de ello. Dos bombas en el camino que hablan claro del enorme nivel del campeonato. Un Valencia enrabietado, de nuevo bronco y copero. Una Real Sociedad dorada en su fútbol como la arena en la playa de La Concha. El Valencia y la Real quizá no sean el Gremlin que acecha en el Camp Nou pero tampoco un achuchable Gizmo. Habrá tiempo para hablar del Clásico, antes me apetece disfrutar de la Liga.