Se cumplió el trámite. El Atlético ya está en octavos de la Champions, pero ha entrado por la puerta de servicio. El Lokomotiv y hasta el árbitro echaron su manita (ni me acuerdo cuando fue el último encuentro en el que al Atlético le pitaron dos penaltis a favor) y está claro que salvo los intentos de João Félix, el tanto de Felipe y el trabajo agotador de Thomas en el centro del campo, el resto no puede sacar pecho.

Pensando en el sorteo del lunes, excepto la teórica perita en dulce del Leipzig, la realidad es que visitar Estambul en la final de la competición no parece que esté destinado esta temporada al cholismo, salvo que en enero los Reyes Magos sean generosos a la hora de los fichajes. Se sigue añorando en exceso una cabeza pensante y un líder que aglutine a sus compañeros.