DeYoutube al cielo

Ahora los actores se lucen en Netflix y no en cines, los cantantes se miden en Spotify y no en ventas e Instagram vale más que la mejor agencia de comunicación. Formatos nuevos para personajes nuevos: de los que son más habituales en las tendencias de YouTube que en los informativos de La 1.

Autor: Iván Cordovilla
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DE YOUTUBE AL CIELO

¿Qué le diría Merlí a Dembélé?

Los actores Carlos Cuevas (Pol Rubio en la ficción) y David Solans (Bruno Bergeron) presentan Merlí: Sapere Aude, el spin-off de Merlí.

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David Solans, actor de Merlí
EDUARDO CANDEL DIARIO AS

(A continuación, el artículo que resume la historia de Carlos Cuevas y David Solans, escrito por por Iván Cordovilla pero con las expresiones, letras y frases textuales que el protagonista dejó en la entrevista)

 

El tópico es el de que todos los profesores te hicieron la vida imposible de pequeño. El colegio era una cárcel -barrotes para no escapar incluidos- y los adultos aquellos que limitaban las ideas más divertidas. A partir de secundaria pasaban a ser los policías, que no te impedían hacer sino que el poder sancionador ya era suficiente como para asustar sin que (todavía) hubieses hecho nada. Merlí era diferente, a Merlí no le temías. Todos los que vieron la serie siguen marcados de alguna manera y ahora, con el spin-off Merlí: Sapere Aude (Movistar +, 5 de diciembre) se busca dejar la misma marca.

El personaje que interpretaba Francesc Orella era imposible que te dejase indiferente. Practicaba poco el epojé y, si hubiese existido, no se podría haber reprimido el impulso de ayudar a Dembélé, quien habría sido uno de sus peripatéticos preferidos. “Aplícate más”, le diría, pero además encontraría la forma de que lo entendiese incluso usando el Fortnite si fuera necesario. El fútbol es un deporte con unos valores maravillosos y eso Merlí tampoco podría negarlo, incluso disfrutaría del espectáculo con una buena cerveza. Es placer y eso él nunca lo ha rechazado. Ahora, no sé si estaría tan a favor de todo lo que lo rodea, ¿eh, David?

Bueno, es que yo creo que también podría decir “dejad de estar embobados con la pelota y salid a la calle, ¡collons!”. Y como su hijo ficticio, yo también estoy en esa filosofía. He visto a gente que ha perdido el trabajo o su pareja y no se han enfadado tanto como cuando le meten un gol a su equipo. No es lógico, y aunque a mí me gustaría formar parte de esa locura, no puedo. Lo he intentado, Carlos lo sabe, me he puesto a ver partidos pero no llego a experimentar ese grado de pertenencia que tiene el aficionado normal. En otros tiempos era la Iglesia y ahora es el fútbol.

Creo que Carlos es más futbolero, pero yo para nada. Jugaba al hockey de pequeño, pero era el que siempre se intentaba escaquear. Llegaba tarde a propósito y mis padres me castigaban con lo contrario que a cualquier niño: en vez de prohibirme salir a jugar, me obligaban a ir a entrenar.

¡A mí me encantaba! Era delantero, un ratón del área, incómodo para los defensores. Jugué en el equipo de mi pueblo hasta que llegué a primero de juveniles, cuando la vida adulta dejó de permitirme entrenar tres veces a la semana. Albert Camus decía que todo lo que sabía sobre los hombres lo sabía gracias al fútbol, y es un poco así porque la presión hace que salgan los instintos más primarios. Yo en el campo era más Pol Rubio que en la vida cotidiana, se me iba un poco la olla, me expulsaban a veces… Pero no creo que eso me definiese como persona porque vivo más tiempo mi vida normal que jugando al fútbol. Quería ser futbolista de pequeño, pero como cualquier niño. Realmente, si pienso cómo es la vida de futbolista, viajando cada semana, y lo que tienen que entrenar… se me pasan las ganas.

¡Nosotros también viajamos! Pero claro que no al mismo nivel. La fama tampoco. Estuve en Tailandia y en la tele tenían puesto Barça TV o vendían merchandising con el escudo. Aunque los fans están cambiando y creo que tenemos un problema serio de comunicación en esta sociedad. Es extraño cuando se te acerca un fan al que le gustaría pasarse horas hablando contigo, te pide una foto y se va porque no se atreve a conversar. Pero, por ejemplo, también me ha pasado de pararme una chica y que sólo me quisiera dar un abrazo, sin foto. Es muy diferente a la repercusión que tiene el fútbol, capaz de paralizar ciudades y que pueda provocar que se tema por la seguridad de la gente como con el Clásico y se tenga que aplazar.

Pienso que es una tontería que se aplazara. Se cambió la fecha una semana antes de manera muy precipitada. Que hubiese disturbios en una parte de la ciudad no significaba que no se pudiese jugar un partido de fútbol. Los teatros, los restaurantes o los cines seguían funcionando. Yo vivo en Barcelona y no noté que pudiese ocurrir nada. Lo que pasa es que todo es política. Esta conversación es política, la canción que tienes como despertador es política… El fútbol va a favor de unos valores y todos los valores son políticos. El fútbol es política, sociedad y cultura. Estuve en la final de la Copa Libertadores de Lima y nunca había visto un ambiente de fútbol tan intenso, no es comparable al Camp Nou. Vivimos en un país donde el fútbol está muy arraigado, pero en Sudamérica se implican mucho más a nivel social. Si no me crees, busca a Sócrates en Google.