La Premier pega un acelerón

El Liverpool-City está en muchas conversaciones y en bastantes artículos, porque sentimos que nos ha dado un golpe. El retraso del Clásico (el otro día le escuché a alguien, siento no recordar a quién, que últimamente tenemos más Elecciones que Clásicos) ha dejado el campo libre para que la Premier desplegara ante los ojos del mundo su mejor producto, el Liverpool-City. Después de haber acaparado las dos finales europeas del último curso, lo que les faltaba era esto. El partido, además, salió bueno, como no podía ser menos. Rápido, bravo, lleno de estrellas y con su picante de polémica, con Guardiola muy quejoso del VAR.

Ganó, ya saben, el Liverpool, que ahora es el que parte la pana, con Klopp al frente. Un tipo simpático que hizo un gran Borussia, desmantelado pronto por el rapto de sus mejores jugadores, y que con el Liverpool ya ganó la última Champions. Un fútbol bien hecho al que suma un ritmo tremendo. Fútbol total, en el que el delantero es el primer defensa y el defensa el primer atacante, como ya reclamaba Antonio Valencia en su formidable libro sobre el Mundial de Suiza. Y todo con un ritmo que casi agota contemplarlo por televisión. Corren, sí, pero juegan. Recuerden que ahí están Salah, Mané, Firmino, Van Dijk, los laterales... Todos.

Más de una vez me he referido aquí a ello: la Premier va recuperando el centro de la escena. Tiene más dinero y ha roto la endogamia de técnicos que la mantuvieron presa de usos y maneras de un tiempo periclitado. Ahora, mientras Madrid y Barça tratan de reconstruirse mirando a su pasado próximo (“como al que se le cae una moneda en la oscuridad y pretende encontrarla donde hay luz”, escribió Valdano), y mientras Tebas y Rubiales discuten sobre galgos y podencos, la Premier ha echado a correr. No pienso que este Liverpool-City haya sido lo que aquellos Clásicos de hace nada, pero sí que la luz de la Premier nos deja en la sombra.