Zidane cocina lento a Rodrygo

Veo a Rodrygo y recuerdo la receta de Mazzone, el que más partidos ha entrenado en la Serie A. Cuando llegó al Roma se encontró con un chico especial en el equipo Primavera. Un mediapunta de 17 años que enamoraba. El nene ya había debutado con Boskov, tenía al presidente comiendo en la mano y a la prensa embobada sin haber empatado con nadie. Aquel chaval era Francesco Totti y aunque el asunto invitaba a las prisas, Mazzone decidió cocinar el plato a su manera. Fogones al dos y que el tiempo haga su magia. En los entrenamientos el míster subía a Totti para pelotear junto a figuras como Balbo y Hassler. Así respirara el mismo aire que su ídolo, Gianinni. Mazzone, un zorro, siempre le acompañaba a Totti con un par de paquetes del Primavera para liberarle del foco en lo posible. Un día antes de su estreno como titular en Primera lo pilló atendiendo a la prensa en albornoz, a medio duchar y henchido de orgullo como un pavo real por lo que estaba a punto de suceder. Lo abroncó en público y lo envió al vestuario de mala manera. A Francesco se le llevaban los demonios. Vio ahí un menosprecio a su incuestionable calidad, pero años más tarde le cuadraron las cuentas: el viejo Mazzone le estaba cuidando. Han pasado 26 años de aquello y el paisaje es otro. Sobre todo alrededor del juego. Donde antes había cinco trompetas hoy hay cien. Cualquier pedo que se escape, por apretado y minúsculo que sea, retumba como un portazo en mitad de la noche. Lo bueno es grande, lo malo más y además queremos que nos lo sirvan rápido. Tenemos el gatillo tan fácil con las promesas que podemos sentarlas junto a Raúl o a Palanca en la misma temporada. A veces, hasta en la misma jugada.

Rebajados los apuros de la temporada pasada, Zidane está encontrando en las rotaciones y en su idea del Madrid coral un buen escenario para cocinar a fuego lento el fútbol de sus jóvenes. Hay en el Zizou de chándal frente al micrófono algo de entrenador antiguo. Totti no jugó hasta febrero de aquella temporada por mucho que lo reclamara el entorno. Rodrygo va a alternar foco y aprendizaje en la sombra. Mazzone llamaba a la madre de Totti todos los días para rogarle que escondiera la Nutella. Zidane no llegará a tanto, pero está demostrando paciencia. Para cocinar este tipo de futbolistas no hay una receta mejor.