El fútbol es un libro abierto para Rodrygo

Rodrygo Goes debutó en el Bernabéu contra Osasuna. Marcó un hermoso gol, un tiro desde el borde del área que dibujó una delicada curva a la escuadra izquierda de la portería. Frente al moribundo Galatasaray disputó su primer partido de Copa de Europa en el Bernabéu. Nunca se ha visto un debut igual. Con 18 años, Rodrygo marcó tres goles (uno con la izquierda, otro con la cabeza y el último con el pie derecho), además de conceder a Benzema el cuarto tanto de la noche.

En noches de esta magnitud, el más afectado por la conmoción de la gesta suele ser el jugador. Sin embargo, en esta ocasión ocurrió lo contrario. Los más afectados por el shock fueron los aficionados, el madridismo en general. En una temporada que no mejoraba a las decepcionantes anteriores, la brillantísima actuación de Rodrygo dejó a la gente pensando, imaginando, soñando, como si no acabaran de digerir lo que había ocurrido.

Rodrygo Goes controla un balón con la derecha en un momento del partido del pasado miércoles ante el Galatasaray.

El menos sorprendido fue Rodrygo. Reaccionó a su exhibición con calma, naturalidad y un sorprendente control de las emociones. Era un chico feliz, por su supuesto, pero en ningún momento se vio superado por la emoción. Celebró su éxito de la misma manera con la que juega: sin el menor vestigio de crispación o ansiedad.

A estas alturas de su incipiente carrera, Rodrygo es un caso muy extraño entre los jóvenes. El fútbol acude a él, sin que el joven delantero se esfuerce por reclamarlo. No se altera, no se ofusca buscando el juego, no lo ve como la compleja ecuación que angustia a la mayoría de los futbolistas, y más aún a los novatos. El fútbol acude a Rodrygo porque conoce el juego, lo lleva puesto desde la cuna.

Hay algo en la pulcritud y finura de su estilo, en las astutas soluciones que elige, en la pureza de su toque y de sus remates, que convierten a Rodrygo en un jugador muy especial. Para eso no hay que esperarle. Para los problemas que deberá de afrontar (la fama, unas expectativas disparadas en cuatro días, la administración de sus ambiciones, la presión mediática, la impaciencia de un club que suele cansarse rápidamente de sus jóvenes…) no hay respuesta. Le corresponderá a Rodrygo sortear esa selva temible, pero pocos jugadores juveniles, quizá ninguno, está mejor equipado para afrontar el gigantesco salto que le espera.

Un dato revela su talento especial. La asegurada ubicación de Hazard en la izquierda ha abierto un casting en la derecha. Gareth Bale y Lucas Vázquez fueron los primeros que la ocuparon al inicio del curso. Les siguió Vinicius, un jugador casi tan joven como Rodrygo y con unas condiciones perfectas como extremo: máxima velocidad, máxima potencia y considerable habilidad. Se siente más cómodo en la izquierda, pero dispone de un arsenal de cualidades para jugar en el otro costado. Sin embargo, no lo ha conseguido. Ha abierto el debate. Es evidente que no acaba de convencer a Zidane.

Rodrygo también prefiere arrancar desde la izquierda. Así lo hacía en el Santos. No tiene la velocidad y la potencia de Vinicius. No es un extremo. En términos de adecuación, la posición en la derecha favorece a Vinicius, pero la realidad es diferente. El fútbol no acude con naturalidad a Vinicius, al menos hasta ahora. Le falta una cuota importante de precisión, buenas decisiones, gol y pausa, la palabra deliberadamente escogida por Zidane para elogiar a Rodrygo después de su exhibición frente al Galatasarary. No es fiable todavía. Es posible, quizá probable, que lo sea algún día. Para Rodrygo, obligado a situarse en una posición que le favorece menos, todo es más fácil. El juego es un libro abierto para él y lo mejor es que casi siempre elige la página correcta.