João Félix, Rodrygo, Ansu Fati...

El fútbol es, entre otras cosas, industria del espectáculo, y como a tal le viene bien la renovación de estrellas. Lo demanda el público, como en el cine, en los toros, en la música. Y más en nuestro fútbol, en el que estamos asistiendo al final de un ciclo. Del Madrid se nos fue Cristiano. En el Barça sigue Messi, que nunca nos cansará, pero se fueron Xavi e Iniesta, y con ellos el gran secreto de aquel funcionamiento magnífico. Al Atlético se le ha ido marchando el macizo del grupo correoso de los triunfos de Simeone. Los tres grandes están en renovación. Así que Rodrygo, Ansu Fati y João Félix llegan como caídos del cielo.

João Félix es el que llegó con más cartel, con precio de estrella. Le sabemos muy bueno, con proyección de estrella... por lo que le vimos en Portugal. Hasta ahora ha emitido destellos, sólo eso. Una lesión le tiene parado, aunque por poco tiempo. Rodrygo era menos conocido, aunque su precio tampoco fue cualquier cosa. Vino como al rebufo de Vinicius, que el curso pasado, con sus carreras, levantó a un Bernabéu necesitado de ilusionarse. Pero termina mal las jugadas, Zidane desconfía de él y ahora, ante la deserción continuada de Bale, mira a Rodrygo, menos espectacular que Vinicius, pero que finaliza estupendamente.

Y Ansu Fati, el benjamín. Diecisiete años y jugando en el Barça, algo inaudito. Ya reparte minutos con Dembélé, en cada partido hace cosas, y cuando vemos a Griezmann en esa banda le echamos en falta. Por su edad es el que más proyección tiene. Juntos conforman un trío de novedades que agita el interés de nuestro campeonato. Ilusiona cada cual a su afición y juntos parecen alumbrar un tiempo nuevo. Los tres están ante el salto definitivo de sus carreras, en las que ahora les han elevado el listón a lo más alto. De cómo cuaje cada uno de ellos dependerá en bastante medida el futuro a medio plazo de los tres grandes de LaLiga.