Zueras, el rey del área

Ya tenéis las fotos, ahora Santi (o Juan, o Lu, o el que fuera el afortunado acompañante) os enviará un textito", decía Zueras al teléfono cuando, satisfecho, acababa de enviar sus fotos a la redacción mientras veía cómo el plumilla seguía escribiendo la crónica. Un "¿textito?, cabrón" le chillaba mientras acababa: "Tú eres un ascensorista que aprieta un botón mientras yo creo". Y la discusión duraba hasta bien entrada la noche, con el periódico cerrado y tomando copas en cualquier ciudad del mundo, porque como nos decíamos siempre "no me puedes dejar solo, que beber solo es de alcohólico".

Repasando su monumental obra para glosar la vida profesional (la otra daría para una serie de televisión) de un fotoperiodista excepcional como Zueras, que falleció el viernes por la noche (no podía ser de otra forma), admito que tenía razón. Perla, toda la razón. Lo mío eran textitos al lado de tu manera de trabajar.

Trabajó siguiendo a Quini, a Raúl, a Romario, a Stoichkov a Messi, a Maradona (quien saliendo una vez de un hotel de Barcelona rompió el cerco de fans y cámaras para decirle "¿ché, como andàs por aquí laburando aún?", Pero el rey del área siempre fue Nandín.

Desde que siendo un pipiolo de 21 años captó el vuelo del Pichón Marcos en La Romareda en la final de Copa entre Barça y Madrid hasta la foto de Messi ante la grada el día de la remontada ante el París Saint Germain, que no le publicaron porque estaba perfilada y en el diario optaron por dar la foto de agencias frontal provocándole un berrinche considerable, nada de lo que pasó en el área de un campo de fútbol le fue ajeno.

Fernando Zueras en el Camp Nou antes de un partido del Barcelona.

El referente. Aprendió de los mejores y luego tuvo la generosidad de enseñar a los que empezaban. Siendo el más veterano del grupo, se comportó en todas las situaciones con la humildad del recién llegado. Los jugadores le adoraban, compañeros que no se mezclaban coincidían en una mesa cuando era Ferran el que convocaba la cena.

Los textitos tendrán ahora menos valor. Y los viajes y las cenas. Gracias por tanto.