Ensayo general contra el desorden

El primer instante de la temporada fue de pájara, como si el Barça se hubiera desorganizado con el barullo de Neymar y el ingreso mal digerido de Griezmann. El temblor llegó a la defensa, se desorganizaron los medios (mediante la crisis, aun presente, de Rakitic) y la delantera vivió época de penuria hasta la impotencia. Cuando vino a levantar cabeza, otros símbolos de la disputa ya habían obrado su transformación y tenían LaLiga a tiro. Así que el Barça se metió en deudas con los puntos y parecía que iba a ser un equipo mediocre ajeno a las hazañas de imbatibilidad de antaño.

No ha sido hasta este partido en Eibar cuando el Barça ha recuperado, en todas sus líneas, la idoneidad de su figura. Hecho para ganar desde el primer minuto, tuvo en De Jong el factor más importante y genuino, más del Barça de acuerdo con su historia, de su impronta futbolística. Como si volviera de un sueño oscurecido, los tres de arriba, que al fin juegan como si hubieran estudiado juntos, hicieron un partido de lobos en manada, beneficiados por este ensayo contra el desorden que al fin han aprobado los de Valverde.

El jefe, naturalmente, fue Messi, que años después revalida en Ipurua el espíritu que cambió el Barça. Pero ni Antoine Griezman ni Luis Suárez estuvieron lejos de la naturaleza que él transmite.