El 18-D hay que ver al Bergantiños

Puede que el 18 de diciembre sea la fecha para la disputa del Clásico que más convenga al Barça y al Madrid, pero sin duda es la que menos conviene al fútbol español. Cuando por fin habíamos dado un paso para convertir la Copa del Rey en el torneo que uniera el fútbol profesional y el amateur; para que, como en otros países, premiara a aquellos aficionados con sentimientos de identificación hacia clubes modestos; la coincidencia en el calendario con un partido de trascendencia universal amenaza con ensombrecer la semana de gloria de los equipos pequeños y reducir su único momento anual de visibilidad. El Barça-Madrid se comerá todos los partidos coperos del mismo miércoles, pero es que la previa arrasará con los del martes y el post extinguirá a los del jueves. Para el gran público, será como si esa ronda de Copa no se hubiera disputado jamás.

Muchos pensarán que quitarle al Fraga, al Tolosa o al Bergantiños una noche de radio y unos cuantos minutos de televisión no supone una gran pérdida para el interés general. Pero el mensaje que se estaría mandando iría más allá de cada caso concreto: se diría que la reforma de la Copa, en el fondo, no nos la acabamos de creer, y que cuando ha sido necesario buscar una fecha libre se ha tratado como tal a una que en realidad estaba ocupada. Si ya se hace esto el primer año, ¿con qué impulso va a nacer un formato que, ya de por sí, tenía muchos detractores? ¿Cómo lo vamos a defender nosotros si la propia Federación permite que le apaguen las luces el día de la puesta de largo?

Los aficionados que decidan abrigarse y salir a la calle una tarde casi invernal de mediados de diciembre para acudir a un estadio cercano para animar al club de su pueblo ante un equipo de Primera y renuncien a ver el Barça-Madrid por televisión calentitos en casa serán mis nuevos héroes. Ya toman decisiones similares todos los fines de semana, pero en principio el 18 de diciembre era el día en el que no les íbamos a obligar a elegir ni a hacer sacrificios.