Simone Biles es la estrella que más luce

Simone Biles es, quizá, la mejor gimnasta de todos los tiempos. La prudencia aconseja añadir el ‘quizá’ siempre que se compara a deportistas de diferentes épocas, que han competido con materiales, bajo entrenamientos y frente a rivales distintos. Porque en la historia dorada de la gimnasia brillan otros nombres gloriosos como los de Larisa Latynina, la mujer con más medallas olímpicas en cualquier disciplina; Nadia Comaneci, la primera vez que la perfección se puntuó con un diez; Svetlana Khorkina, con 20 podios mundiales y cuatro concursos completos en su palmarés… Biles ha irrumpido como un huracán para arrasar algunos de esos registros, pero sobre todo para imponer el camino de la nueva gimnasia, con unas capacidades físicas y unas acrobacias inalcanzables.

La estadounidense llegó a los Mundiales de Stuttgart con varios récords a tiro. Sólo era cuestión de que avanzaran los días para que fueran cayendo los oros… Uno, dos, tres, cuatro, cinco… Biles logró cinco medallas sobre seis posibles. Y en esa andadura rebasó las plusmarcas de Khorkina, que se retiró con 20 medallas mundiales, y de Vitali Scherbo, que elevó la conquista a 23. Simone igualó el sábado el tope del soviético y lo batió este domingo, con dos oros en barra y en suelo para un total de 25. A lo grande. Nadie había subido tantas veces al podio mundial. Y eso que la competición masculina ofrece dos posibilidades más por campeonato: ocho.

Biles ya fue la reina de Río 2016, aunque entonces tuvo que compartir relevancia universal con dos mitos de la historia del deporte, Usain Bolt y Michael Phelps, que decían adiós a los Juegos. Incluso vivió cierto eclipse por esas despedidas. Atletismo, natación y gimnasia son la aristocracia olímpica. Con Bolt y Phelps ya jubilados, y a la espera del brote de nuevos ases, Simone Biles es la gran estrella mundial. Con Tokio 2020 en el horizonte.