La Euroliga emociona, pero no renta

Las secciones polideportivas del FC Barcelona se denominan esta campaña oficialmente Barça. Ha perdido el apellido Lassa, un patrocinador que aportaba entre cuatro y seis millones. El nombre actual sigue eliminando esas siglas de FC, Fútbol Club, que marcan sus orígenes y su sustento. Ninguna de esas secciones logra ser rentable por sí misma. Según un informe publicado por Palco23, el baloncesto, el balonmano, el fútbol sala y el hockey patines tienen una previsión de 65 millones de euros de gasto y de 13 de ingresos, con lo que acabaría la temporada 2019-20 con un déficit de 52 millones.

El motivo es el aumento de la inversión para reconquistar Europa, especialmente en el baloncesto, con el fichaje estelar de Nikola Mirotic, acompañado de Brandon Davies y Cory Higgins. Obviamente, el mayor déficit azulgrana se lo adjudica la canasta, con un agujero de 32,3 millones. En esto no es diferente al Real Madrid, cuya sección de básquet perdió 26,4 millones en la pasada temporada y calcula un incremento hasta 27,9 para la campaña en curso.

Las cifras contrastan con la imagen que proyecta la Euroliga, un torneo de máxima calidad que enfrenta a los mejores equipos del continente. El formato actual asegura que todos se midan al menos dos veces por temporada. No hay mejor producto en Europa. Escribo esta columna inmerso en la segunda jornada, mientras veo el Madrid-Maccabi, un vibrante partido que terminó con una ajustada victoria blanca (86-85), gracias a un triple de Carroll. El espectáculo merece la pena. Así que, con los números en la mano, hay que lanzar un mensaje de agradecimiento al fútbol, que cubre anualmente esas pérdidas de los dos colosos del baloncesto español, con el único retorno del prestigio social que supone apoyar a otros deportes. No renta más.