El verano de Keylor y Zidane

El verano del Madrid es el de lo que pudo ser y no fue o el de lo que era imposible que pasara y pasó. Cuando Zidane dijo allá por abril que esta temporada el tema de los porteros iba a estar muy claro, parecía inevitable la salida de Keylor Navas. Se suponía que no le iban a faltar ofertas a un portero curtido y experimentado como él, pero el alto sueldo que cobra le perjudicó en el mercado y las ofertas no llegaron como él esperaba. Decidió quedarse y convencer a Zidane, confiado en que su conexión con el francés le proporcionaría oportunidades. Pero llegó la Liga y la realidad de la suplencia y a Navas el morro se le torció. En Vigo se mostró apesadumbrado en el banquillo, con careto, y en ese trance, por muy religioso que seas, te asalta el demonio y te saca del camino correcto. Calentarse a estas alturas del mercado y decir que te quieres ir, pillando al club sin un segundo portero de garantías, demuestra que el costarricense midió mal el desafío.

Courtois era la apuesta clara del Madrid y, por lo tanto, no cabe otra cosa, de Zidane. Porque si algo demuestra el verano es que una cosa es lo que el entrenador francés pueda querer y otra lo que el club pueda, quiera o deba hacer. Pogba nunca estuvo cerca por mucho que el técnico lo pidiera, se ha quedado Bale y Zidane lo tiene que utilizar, aunque en un momento ni se hablasen, James nunca estuvo en su mente y ahí lo tiene también en Valdebebas. Sólo faltaría que viniese Neymar a quitarle el sitio en la izquierda a Hazard y a Zizou le explota la cabeza.