Un pequitas con ángel y un gran deportista

Debo reconocer que disfruto escribiendo un artículo de Fernando Torres, alguien que con el paso del tiempo admiras por su forma de asimilar y transmitir todo lo que va consiguiendo. Alguien que hasta que no le ocurre el accidente de Coruña no te das cuenta del cariño que le tienes, aquellos minutos donde el corazón se te acelera y de la impotencia te dan ganas de meterte por el televisor.

Se descalzó las botas Torres por última vez en un partido oficial antes sus siempre compañeros, el Guaje y Don Andrés, pero seguro que en el futuro, le quedan muchos partidos todavía por jugar, no sé si con el escudo del Atlético en el chándal o con una insignia de oro y brillantes en la solapa. El tiempo nos enseñará lo que Fernando crea conveniente. Después, eso sí, de prepararse y dar el salto definitivo a algo desde el convencimiento donde pueda aportar y no como imagen a explotar.

Todavía tenemos grabado el hasta luego que le rindió el mundo rojiblanco después del partido ante el Eibar en el Metropolitano, despedíamos a uno de los nuestros. En Japón con cariño, despedían a un gran deportista. Es la palabra con la que más orgulloso se debe sentir Torres, esa que resuena en todos los foros a la hora de definirlo en el día de hoy. Al final las medallas y trofeos están en casa, pero el respeto y el cariño perdurarán por las calles por tu formas de competir. En definitiva somos lo que damos y tú después de 18 años has dejado claro como eres.


Han pasado 18 años pero se me viene a la mente con nitidez cuando llegaste al vestuario, aquel pequitas que desquició a Lopez y Hernandez en su primero entrenamiento. O como viniste a la parte de atrás del bus después de tu gol en Albacete para que te firmase el brazalete de capitán. No me gustaría tocar en un día como hoy el tema futbolístico, pero un capricho recordatorio me voy a pegar, sus más de 300 goles son una gran nórdico para tapar a sus críticos. Siempre he pensado que el Niño tenía un ángel que lo rescataba en los momentos más decisivos, cuanto más importante era el partido, ahí siempre aparecía Fer. Desde aquí poco más te puedo decir Niño, ya que has madurado muy bien con un entorno maravilloso y alérgico a los palmeros.