Susurros del campo

CON EL AVAL DE LA REVISTA TROFEO CAZA

Este blog es un viaje a esas jornadas de caza y conservación, esperamos que seáis nuestros compañeros de cuadrilla.

Autor: Rocío de Andrés

Susurros del Campo

Los incendios se apagan en invierno

Desde hace unos días escucho horrorizada las noticias y me sobrecogen las imágenes al ver como nuestros campos son devorados por las llamas.

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Los incendios se apagan en invierno

Desde hace unos días escucho horrorizada las noticias y me sobrecogen las imágenes al ver como nuestros campos son devorados por las llamas.

Lejos de buscar polémica, viendo el grave incendió que sacude Canarias, quiero lanzar un grito al cielo. Porque si hay un elemento natural devastador y cruel matando, que arrasa todo lo que encuentra, ese es el fuego.

Las personas de campo siempre me han enseñado que los incendios forestales se empiezan a apagar en invierno. Quizá en los Ministerios de Medio Ambiente, no hayan escuchado nunca esa frase. La cruda realidad en torno a los incendios forestales es que la mayoría de ellos son efecto de la mano del hombre, bien sea de manera intencionada o bien fruto de una actuación negligente e irresponsable.

La realidad del trabajo en torno a los incendios forestales debe centrarse en la prevención de los mismos, pues siempre es mejor que tener que actuar una vez provocado el fuego.

Es en invierno cuando hay que desbrozar el monte, limpiarlo de leña seca, como toda la vida ha sido. Esa leña seca y esa broza que después hace que, en los meses donde las temperaturas son más altas, las llamas se desplacen a una velocidad de vértigo, haciendo más difícil que se extienda.

También valorando y fomentando las actividades tradicionales ligadas al monte, como la ganadería y la agricultura extensivas, el aprovechamiento del monte y la caza, se mantendrían los bosques limpios y, por consiguiente, menos expuestos al fuego.

¿Y por qué llegado septiembre se da por finalizado el trabajo de los brigadistas y se les pone "en la calle"?

El grueso de las plantillas es contratado en junio y despedidas en septiembre, muchas a través de empresas privadas o semipúblicas. Si, esas personas que durante el verano se dejan la vida luchando contra las llamas, su trabajo no debería ser solo los meses de verano, si no los 12 meses el año.

De esta forma, aparte de crear un número importante de empleos estables, no como hasta ahora, se generaría un beneficio en la conservación y en la producción de nuestros montes más que considerable y ayudaría a fijar la población en los entornos rurales.

¿Cómo se lo explicamos a los señores de camisa y corbata para que abran sus ojos y rectifiquen? ¿Cuántas hectáreas más tienen que arder? ¿Cuánta vida tiene que morir más devastada por las llamas?

Solo espero y deseo que los incendios de las Islas Canarias y Estepona, sean el punto y final en este seco y desbastador verano.

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- Documental, La caza y los incendios forestales

 

¡Salud y buena media veda!