El Reglamento y sus trujamanes

La jugada se veía mucho; el delantero centro viene al medio campo a recibir y cuando espera el balón con un pie para tocar o controlar, el central que llega de atrás le sacude en el talón del pie de apoyo. Falta y a seguir. Rara vez llevaba amonestación. Ante tanta reincidencia, el Comité Técnico recomendó este verano a los árbitros ser severos con la jugada y el resultado han sido las expulsiones de Modric y Molina por acciones que nos parecieron a todos casuales. Es que la intencionalidad ya no existe, nos dicen, pero sale la circular cuatro y no pone eso. Y al poco de salir la retocan, porque estaba dando el cante.

Este año han cambiado algunas reglas por unas simplezas menores e inútiles, salvo dos que han venido a corregir simplezas tan menores e inútiles como ésas introducidas hace solo nueve años. Pero esto no es una nueva regla, sino una nueva interpretación que se les ha pedido, aquí, en España, a los árbitros, algunos de los cuales se han pasado por el otro lado. Expulsar a alguien de un campo, o de cualquier sitio, es algo grave. Sólo es justo hacerlo cuando su presencia en el lugar y circunstancia resulta intolerable y ese no fue el caso de Modric ni de Molina en este fin de semana, según el sentir general.

De un tiempo acá hay mucha ansiedad por toquetear las reglas y, cuando no, de añadirles interpretaciones. Interpretando lo que en realidad es una ley natural en la que vale guiarse por el sentido común, estos trujamanes de nueva hora del Reglamento están robotizando a los árbitros con instrucciones nada pertinentes que desconciertan. Con frecuencia son, por fortuna, pasajeras, como aquel arrebato de Díaz Vega con los fueras de juego posicionales, que no duró ni un mes, pero le costó un gol al Levante. Pero la tendencia es ir a más, hasta cambiar poco a poco la esencia de un Reglamento que fue concebido y funcionó con otros supuestos.