Hasta que el Barça envió una delegación para negociar en París, con luz y taquígrafos, en el despacho oval del Bernabéu sólo se veía la opción de Neymar como un coqueteo que ofrecía el mercado por la complicada situación personal que atraviesa el brasileño en el PSG. Al entrar el Barcelona a tope (al menos consta en acta que Messi se lo ha pedido a Bartomeu), en el Madrid se han imaginado un ataque azulgrana con Ney, Griezmann, Suárez y Messi. Parece que eso ha inquietado. Creo que no hay motivo para alarmarse. Ficharlo por el simple placer de chafárselo al Barça puede ser un disfrute efímero, escenificado en una tumultuosa presentación que posiblemente llenaría el Bernabéu... ¿Y luego qué?

El presidente ha dado luz verde a un operación plagada de riesgos. Neymar quiere al Barça, no al Madrid. O sea, que fichas a un jugador que te considera plato de segunda mano. Además, obligas a Hazard a modificar su perfil favorito en el campo (el belga también brilla más por la izquierda). Con Neymar, el papel de Vinicius pasará de secundario a terciario. Y de Rodrygo, carne del Castilla, ni hablamos. Y ojo, su lesión puede reproducirse. Y nos gastamos 150 millones como mínimo. Y su sueldo, unos 30 netos, sería el mismo que en su día le negamos a Cristiano. Mí no entender...

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