Zidane, sin Hazard, marca el escalafón en Vigo

De escudo a lanza. Tres Copas de Europa después, Zidane se marchó del Madrid en cuanto se olió la tostada de lo que vendría sin Cristiano Ronaldo. Asumió todo el peso de la decisión sin una mala palabra. Dos entrenadores después, decidió ejercer de escudo y venir al rescate de Florentino, con los rescoldos de aquella hoguera aún humeantes. El final de temporada fue igual de lamentable que el resto de la campaña, pero la perspectiva de un nuevo Madrid, que es el motor del aficionado, invitaba a soñar. Zizou dibujó en su cabeza un Madrid con Pogba y Hazard y sin Bale, sin James ni Ceballos. Si las pretemporadas sirven para ponerse a punto, crear automatismos y disparar ilusiones, el Madrid llega a la primera jornada de Liga con el estado de ánimo bajo mínimos y el plan de su entrenador hecho añicos. Pasará lo que tenga que pasar, pero Zidane se merece tener memoria. Por muy fuerte que sea la propaganda, si sus sonados éxitos en Champions tenían tantos padrinos, no vale señalarle como único culpable de los fracasos.

Le crecen los enanos. Para colmo, se lesiona Hazard para las tres primeras jornadas ligueras. Habrá que esperar hasta septiembre para disfrutar del futbolista diferencial. Una pena que la Liga empiece sin otro de sus grandes alicientes. El colmo del contraste sería, que 300 millones después, el Madrid iniciase la Liga con un once del curso pasado.

Pesos pesados o pesos ligeros. Sin el belga, vamos a saber con exactitud los pesos para Zidane en la actual plantilla. En lo individual, sabremos si James y Bale ya tienen el indulto; si Vinicius es tan estratégico como piensa su presidente o le falta cocción a ojos del míster, por mucho que le convoque Brasil; si Isco sigue siendo de los favoritos de su entrenador o si Lucas Vázquez sigue por delante de alguno de los nuevos. En lo colectivo habrá que ver si la sangría veraniega de goles en contra le lleva a repetir con el doble pivote Casemiro-Valverde, o si la lesión de Hazard invita a una dupla Jovic-Benzema. Más que un partido, una catarata de evidencias.

Indultos o insultos. Se ve que en la Federación andan más ocupados por el Juego de Tronos que por lo importante, que es el fútbol. Estar el mismo día que empieza la Liga con la participación de seis jugadores en el aire es un insulto a los profesionales, sobre todo para los entrenadores de los equipos rivales que, con esmero, analizan cada detalle y donde cada pieza del tablero es trascendental. Una falta de respeto.