Prepararse a un ritmo frenético

Lejos de la calma de las pretemporadas, donde los entrenadores acostumbran a tener la gracia de cinco o seis semanas de tiempo para preparar al equipo, la previa de la Europa League exige que Gallego tenga que trabajar a un ritmo frenético. La pretemporada se ha convertido en un ‘fast-food’, con apenas tres semanas de margen hasta el primer partido oficial y una plantilla aún en el aire, con dos de los mejores jugadores (Hermoso y Borja Iglesias) en la puerta de salida. Compaginar la consolidación de un modelo de juego y la competitividad desde el primer día será una gran carta de presentación de Gallego.

Porque no hay que olvidar que los rivales, por poca entidad que puedan tener en las primeras dos rondas, llegarán más rodados y en juego hay una clasificación europea, con todo lo que eso conlleva a nivel emocional (presión y bloqueo si las cosas no salen). Desde el primer día, el técnico ha evitado poner excusas y recordar el poco tiempo que tendrá para preparar al equipo, señal de su adaptación a las circunstancias y de su ambición de convertir inconvenientes en retos. Estos dos meses próximos marcarán la temporada y no solo por confirmar la clasificación europea sino también para asegurar el rendimiento a largo plazo.