A la F1 le urge un cambio

Los gestores de la Fórmula 1 trabajan en lo que se vaticina como una revolución de cara a 2021. Afortunadamente, porque urge esa transformación. No me refiero tan sólo, que también, al insultante dominio de los Mercedes y su racha de títulos. Ocasionalmente este fenómeno se produce en el Mundial, recordemos como episodios recientes la etapa de Vettel con Red Bull o la anterior de Schumacher con Ferrari. En mi opinión el problema es más profundo, estructural diría. Este no debería ser un deporte de ingenieros, ni siquiera de sesudos aficionados capaces de encontrar alicientes en las estrategias, la degradación de los neumáticos o las posiciones virtuales. Si la F1 quiere volver a ser un espectáculo extraordinario necesita ingredientes mucho más básicos en una competición.

Asumo que se trata de la categoría reina del automovilismo y, como tal, condicionada por la complejidad tecnológica que exige esa búsqueda de la excelencia. Quizá por ello habría que dar un paso atrás, pensar qué es lo que realmente define a una buena carrera y dirigir en esa dirección los cambios que se avecinan. No caeré en la tentación simplista de comparar los coches con las motos, son deportes tan diferentes que no tiene sentido hacerlo. Pero sí creo que deberían compartir algunos principios equiparables, como la necesidad de lucha cuerpo a cuerpo, las opciones para adelantar, una cierta igualdad técnica y la mayor influencia del factor humano respecto a la máquina. Desde luego que no es sencillo conseguirlo, aunque sí vital para que la F1 recupere su interés.