Márquez y Lorenzo, las dos caras de la ambición

Le pudieron las ganas de enderezar su crisis a Jorge Lorenzo en Montmeló. Su error puso patas arribas la carrera de MotoGP, aunque tampoco creo que sea cuestión de sacar las cosas de quicio. Sin duda se equivocó, pecó de precipitación y lo pagaron quienes nada tenían que ver con el asunto y sí muchas opciones en la pista. Es la cara amarga de la ambición, el fruto de una ansiedad comprensible en un campeón de su palmarés que ahora lucha sin éxito por volver a ser el de antes. Cosas del deporte, unas veces les tocan a unos, otras a los contrarios. Seguro que el mallorquín aprende de la experiencia y bastante tiene ya con asumir la que lió.

La cara opuesta de esa ambición es su compañero en el equipo oficial Honda. Mientras que a Lorenzo no le sale una a derechas, Márquez se encuentra en un estado de gracia que le enfoca sin remisión hacia su octavo título mundial. No se puede llamar suerte, aunque en Cataluña se libró por poco, sino trabajo, esfuerzo y acierto. Conseguir alejarse cuanto antes del fragor de la batalla es la mejor garantía de evitar sus consecuencias. Y en eso Marc también sigue mejorando, convirtiéndose en ese piloto total que ya marca una época. Quizá no siempre todo le resulte tan favorable, pero cada día que ocurre es un paso más hacia su objetivo.