Un nuevo título para Cristiano Ronaldo

La Liga de Naciones proclamó anoche campeón a Portugal, después de una final intensa, jugada con brío y acierto general entre los de Cristiano y Holanda. Una buena final, con magnífica despedida de Undiano, para una competición que me ha gustado, pero a la que el aficionado no sí si le ha terminado de coger el gusto. Obviamente, la proclamación de Portugal no tuvo la enjundia de su victoria en la Eurocopa. No es un título del mismo rango. Pero supone quedar, de nuevo, por encima de todas las selecciones europeas, renovar y duplicar su domino continental, algo que se corresponde con la gran cantidad de muy buenos jugadores que hoy posee.

Decía que me ha gustado esta Liga de Naciones. Me gustó su primera fase, que trajo la novedad, conveniente, de ir estratificando las selecciones en categorías. Así no hay partidos como Islas Feroe-España, sino grupos apretados, un modelo en el que los más modestos juegan por algo, pues tienen la perspectiva de un posible ascenso de categoría. Aquella primera fase ocupó fechas que hasta ahora estaban reservadas para amistosos sin interés. Y esta fase final de cuatro (como fueron las de las primeras Eurocopas, en los sesenta) ha dejado, como no podía ser menos, buen fútbol y emoción. El invento cuajará, estoy seguro.

Por lo demás, Portugal ganó bien. Cerró a De Jong, metió por sorpresa a Guedes por Joao Félix, cambiando el sistema, y tuvo en Cristiano al jugador de cuajo y serenidad al que agarrarse en las malas, además del atacante peligroso que siempre fue. Portugal mereció el gol antes. Sólo cuando lo marcó se fue arriba Holanda, pero se encontró con que atrás Portugal también es sólida. Acabó metiendo al otro De Jong, de nombre Luuk, para bajar pelotazos aéreos, pero ni por esas. La flamante copa la levantó Cristiano Ronaldo, lanzando un nuevo desafío a Messi, que este verano tiene ante sí la Copa América, asignatura pendiente.