El entrenamiento del pasado viernes en Montecastillo presagiaba lo que pasó. El Valencia era un grupo de chavales con el trabajo hecho que querían pegarse la fiesta de fin de curso. Risas, bromas e incluso cachetada a Marcelino y su cuerpo técnico. Tensión cero. La mayoría nunca había jugado una final pero este año han pasado las de Caín y la final era un premio.

Y la primera parte fue la continuidad de todo eso. Un equipo alegre, con una idea clara, un matador como Gameiro… Y un líder: Parejo, al que todos siguen al mismo son. La imagen fue sus brazos pidiendo calma tras el 0-2 de Rodrigo. ¿Se acuerdan de Ayala cuando marcó el gol de LaLiga en Málaga? Con su lesión, el Valencia se quedó huérfano. Y sufrió ante un Messi que no toleraba otra patochada como la de Anfield. Y Parejo levantó la Copa. En Sevilla, la ciudad de los títulos che.