Basta ya del festín del Barça

Es una cosa bastante difícil de explicar a alguien que no ha pasado, como yo, unos veinte años en la escuela pública francesa. Y algo casi imposible de hacer entender a un español. Cuestión de historia y de hábitos. Pues sí, es imaginable ser profundamente creyente y, a la vez, profundamente laico. Ambos sentimientos son realmente compatibles dado que la fe entra dentro del contexto de la intimidad de cada uno y que la laicidad tiene que ver con una organización de la sociedad sin interferencias religiosas. Una vez clarificadas las cosas es justo y legítimo reconocer la influencia de la cultura judeocristiana en nuestra vida cotidiana, empezando por las palabras y las expresiones.

Mi colega, compatriota y amigo Jean Décotte le preguntó ayer a Zinedine Zidane sobre el "pan de cada día" que representa la liga. Y el entrenador madridista subrayó que le encantaba esta forma de definir su gran objetivo profesional. Pues sí, hay algo evangélico en todo ello. Porque la necesaria comunión de todos los jugadores con la idea de su líder de hacer de esta preciosa Liga la prioridad absoluta de la próxima temporada marcará a cada uno de ellos. Definirá la diferencia entre los que están realmente con él y los que no. Zizou lo ha insinuado en su mensaje: él que no quiera comer de este pan no tendrá cabida en la plantilla. Porque, con él en el banquillo blanco, no será suficiente matar el hambre con la deliciosa golosina de la Champions. No se podrá compensar en Europa la hambruna del campeonato nacional. ¡Basta ya del festín anual del Barça!