La temporada perica está siendo un tiovivo emocional, una especie de montaña rusa de atracción feriante con unos altibajos difíciles de asimilar en el ya de por si volátil mentalidad perica. Este curso deportivo toca a su final y quedan seis finales para dilucidar si el campeonato va a ser un fiasco o va a acabar, como esperamos, con un balance más que positivo.

Acuño el término final, a pesar de que en el espanyolismo dicha acepción ha sido utilizada mucho esta temporada, porque considero que tras años de peregrinación por el desierto, de nosotros depende que el final liguero cobre un cariz ilusionante para luchar por algo más que la mera supervivencia o anonimato clasificatorio. Voy un poco más allá, para mi estos seis partidos pueden demostrar un cambio de mentalidad en el quehacer de la entidad y dirimir si estamos dispuestos a asumir un cambio de rol y abandonar esa mentalidad conformista que se ha acomodado en el Club, anestesiando a toda una afición, que ha asistido resignada a la mediocridad deportiva de esta última década.

Un rush final que pretendemos que nos haga volver a ilusionarnos con poder alcanzar cotas europeas y al que exigimos que, por lo menos, lo intenten hasta que las matemáticas nos puedan dejar fuera de un sueño en una temporada tan desconcertante que puede acabar con un premio que hace poco, era más bien una quimera.