El United y el golpe de realidad

Por primera vez en las casi tres décadas que llevo por el Reino Unido, salí de Old Trafford con la sensación de haber vivido una experiencia un poco obsoleta. El estadio está mayor y el equipo está necesitado también de una capa de pintura, o incluso de una reconstrucción. Comparado con el Etihad o el Emirates o el nuevo estadio del Tottenham, el del United es un campo de esos de los que pronto se dirá, “así eran antes los coliseos”. El club es uno de los más ricos del mundo pero la velocidad a la que van otros les está dejando atrás. Hay tal obsesión por recaudar dinero que la distancia entre los que mandan y los que están en el terreno de juego, entre lo que toca hacer con la institución y lo que se está haciendo, es tal que va a costar muchísimo darle la vuelta y regresar a lo más alto.

Una cosa que no han perdido es la sensación de que pueden ganar a cualquiera y que todo es posible, aunque la lógica diga otra cosa. Esa mentalidad ganadora es envidiable y está presente en el análisis que se hizo del partido de ida dentro del vestuario inglés. Salieron mal, muy atrás, con excesivo respeto, pero tras el gol me dio la sensación de que el Barcelona estuvo cómodo aunque defendiera sin balón. Sin embargo, los futbolistas del United tradujeron esa falta de control azulgrana como otra cosa: si se les presiona arriba se les puede echar mano, incluso en el Camp Nou. El Manchester tiró cero veces entre los tres palos y no tienen jugadores para lo que Solskjaer quiere hacer, así que hoy tendrán un golpe de realidad o la confirmación de que están hechos de un material especial: no de última generación, pero eterno.