Al fútbol le sienta mal el resentimiento

El carácter de Zizou

Relaño habla aquí de indultos. Palabra grande que apela a la capacidad que tienen los estados (y los hombres) para sacar del ostracismo o de la cárcel a personas que ya han penado o que podrían penar en exceso o con injusticia. La vida va de ser justos o de hacer justicia, y justicia es también el indulto. Lo que ha hecho Zidane con los cinco ‘castigados’ en la anterior administración madridista es propio de su carácter, que tiene más de lo que quería su casi paisano Camus que de cualquier otra cosa. Es un hombre justo incapaz del resentimiento. Su llegada al Madrid limpia la sospecha de venganza que imperaba.

La sospecha

En el clima de las sustituciones habidas hasta ahora imperaba la sospecha. No se sabía muy bien por qué había decaído Isco, por qué exactamente se viró la suerte de Bale, qué había pasado con el escaso entusiasmo de Asensio y, sobre todo, por qué aquel ensañamiento sordo contra Keylor, el portero tranquilo que se comunica con Dios para no ser tentado por la mala suerte. Porque no hubo transición entre su juego y su desaparición. Ese Madrid acosado por las dudas era el Madrid que venía del frío de una época de grandes precipitaciones, de temporales que resquebrajaron los cimientos estéticos del equipo.

Recuperar la paz

Por ahí se colaron las sospechas. Ahora el Madrid recuperó la paz, parece, juega sin sospecha. Ni en el graderío ni en la cancha. No es Roncero el único que está feliz. No ha dependido solo de las primeras horas de convivencia con el buen Zidane, el hombre que tranquiliza los entretiempos con sonrisas o abrazos, el que hace sentir a los futbolistas que él es (todavía) uno de ellos, capaz de perdonar y alentar, de defender en público al que la dirección quiere caído. La aplicación de la ley arbitraria requiere indultos cuando se revisa. Ahora el Madrid vive en periodo de indulto.

El gesto del Cholo

Sobre lo que le pasa ahora al Atlético, y bien que lo siento, pesa como una negra sombra aquel gesto del Cholo Simeone, su entrenador, en la oscura y obscena celebración ante la Juventus en el Metropolitano. La respuesta simplona, especular y tonta, de Cristiano Ronaldo arrojó más sal a aquella tontería magnificada por el tono del Cholo y por la natural espectacularidad que los medios del mundo dieron al gesto. El resultado de Turín, que entraba dentro de lo posible, parece ahora una heroicidad que además borra una ofensa. Ganó Cristiano el envite, pero a mala educación empató absolutamente con el Cholo Simeone.

Elogio de Messi

Entre las cosas que quiere encerrar aquella frase de Camus que preside estas líneas (“El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento”, mi favorita entre las suyas) está la de la justicia que ha de imperar con respecto a aquellos que pudieron hacerte mal o bien. Y no es que esto sea así enteramente, pero si hay disputa a cara de perro en el fútbol es la que enfrenta a Messi con Cristiano, marcada por otra parte por las buenas formas. Tras el partido de Turín el capitán azulgrana dedicó elogios muy potentes a la genial actuación futbolística del salvador portugués. No es frecuente ver cosa igual.

Visca Valencia

Celebra el club de Mestalla su centenario. Ha sido campeón, compite por serlo. Se levanta de los errores, agasajado por una afición que no para de gritar, para celebrarlo o para maltratarlo. Un equipo hecho de grandes gestas y de derrotas que también son memorables. Manuel Vicent, valencianista desde su infancia, me dijo, para un artículo que me pidió Conrado Valle para As, que a él el Valencia le sigue oliendo a cromo, a foto de Puchades desayunando en Sueca. Un equipo emocionante, siempre a punto de la lágrima de alegría o de desolación. Todo un carácter.