Marcelo, a correr y a jugar

De lo que vaya a pasar al final de temporada ya habrá tiempo de hablar y negociar con Marcelo, pero ahora sólo es momento de apretar los dientes y trabajar. Después de lo que le hemos visto al brasileño las últimas semanas, michelín abdominal incluido, y las oportunidades que le ha concedido el entrenador, Santiago Solari, más que a Isco, al capitán no le queda otra que afinarse y esperar su oportunidad animando desde el banquillo. La suplencia es dura y, como dicen en el club, a algunos de pronto les trastorna y enseguida empiezan a llamar a su representante con la exigencia de "quiero irme" o "no tengo por qué aguantar esto". Como si todo fuera tan sencillo.

Marcelo también ha pasado por ese nivel de frustración y empecinamiento, pero a sus treinta años ya no está para ir dando tumbos, o rodando, por ahí. Con su enorme calidad, que no se le puede haber esfumado de pronto, tiene muy al alcance lo necesario para darle la vuelta a la situación: entrenamiento, dieta y sacrificio. En cuanto le ponga voluntad y empeño, en tres semanas se acercará a su mejor nivel. Ahora mismo puede sentirse traicionado y malquerido, se equivoca, porque el entrenador, el club y los aficionados lo único que quieren es que corra como antes. Así de sencillo.

No importa si estás cabreado, ofuscado o rebotado, lo que no puedes estar es tan fuera de forma. Además, el momento actual del equipo está dando la razón a Solari en su decisión de sacrificar a los pesos pesados que no dan el nivel para ser titulares. Como dice su paisano Andrés Calamaro en el nuevo disco: "Sin guillotina no hay revolución…" Así que Marcelo: salva tu cuello, entrena, corre y a jugar.