El Cholo pone en su sitio al Var

Solari se reivindicó

Esa frase que queda ahí arriba la escribió Ortega y Gasset en 1915, con motivo de la aparición de la revista España, y era el saludo al lector. Sirve para muchos momentos, de este país o del mundo; modestamente la traigo aquí para hablar de fútbol, donde también se está, habitualmente, entre el enojo y la esperanza. Pues el fútbol es un país, con sus capitales y sus democracias, su desgracia y su alegría. Y, en este caso, le dedico la frase al entrenador del Real Madrid, reivindicado por sus resultados. Saludo con ella, además, a su contrincante del partido del sábado, su paisano Cholo Simeone.

Pena de espera

Solari ha tenido que esperar un largo tiempo, como el que pasó, según su más famoso poema, el asturiano Ángel González, “para que su ser pese” en la historia del Real Madrid. Recibido en una época en la que todo eran huecos (el hueco de Cristiano, el hueco de Zidane, el hueco de Lopetegui…) a Solari lo recibieron la desconfianza del abismo. Los que ahora ya ven el equipo como un “bloque sólido” (eso dijo el último miércoles don Luis Suárez en Carrusel) desconfiaron de él de la noche a la mañana. El enojo madridista fue subiendo grados contra la esperanza. Y ha ganado la esperanza, ya se ve.

Anecdotario

Ahora sus grandes problemas, gracias a los triunfos, al empaque del equipo, pasaron a ser anécdota del pasado de Solari. A la idea de que solo tenía la experiencia de juveniles se ha pasado a la convicción de que ese periodo no solo fue un aprendizaje sino que extrajo de ese tiempo uno de los grandes activos que explican el principio de esperanza madridista: el joven Vinicius, del que ya Relaño pudo decir este sábado que había pasado todos los exámenes. El enojo de Isco, habida cuenta de los resultados, se ve ahora como una pataleta, impresión a la que, por cierto, tanto aporta el malagueño.

Caballero Cholo

En esas circunstancias parecía que los partidos últimos, ante el Barça y ante el Atlético, iban a ser o el fin de la esperanza o la continuidad del enojo, esa pareja española según el autor de La rebelión de las masas. Las masas madridistas han asistido a esta resurrección, física y moral, del equipo con la complacencia con la que un día acogieron, por cierto, a Del Bosque o a Zidane, dos de las mejores personas (y personajes) que se sentaron en el potro que llaman banquillo. El enfrentamiento con Cholo iba a ser crucial, por la cercanía biográfica de ambos. Ganó Solari y el Cholo se portó con él como un caballero.

Dichoso VAR

Para calibrar esa caballerosidad fue la clave la diatriba del VAR como autor de la victoria madridista. No hablo de árbitros o de VARES, accidentes propios del fútbol, como los postes o los gritos de la grada. Cuando subía el runrún de las maldades supuesta del VAR, Cholo tomó la palabra. El rival fue mejor, dijo. Esa es la esencia de la materia. Punto final a las especulaciones. Solari no sólo tiene la bendición del Cholo. La noche que siguió a este nuevo triunfo fue de euforia. Mi amigo el poeta Juan Carlos Abril, madridista de Granada, me envió un mensaje: “Que se prepare el Barça”.

El cocido

El cocido de LaLiga, este espectáculo multiforme que ya tiene noventa años, está en su punto previo a la cocción, y ya puede decir que la naturaleza de la trama se está imponiendo, con el Madrid encaramado en el cogote del Barça. Son noventa años de fútbol reglamentado y las cosas tienen su cauce histórico. Se encarama el Getafe, que araña al Sevilla, y se recupera el Valencia, capaz de remontar o de empatar, tras semanas en la UVI. Quién sabe qué sucederá, pero para este torneo no hay ecuador. Ahora todo será a cara o cruz. Yo, claro, estoy por la cruz, entre el enojo y la esperanza.