Las sensaciones, las rachas y el muslo de Lionel

No pintaba bien la tarde. La sensación era más bien rara. El runrún entre los aficionados era de cierta desconfianza ante el partido. Las rotaciones, el permanente mensaje de un calendario a reventar de finales y la aparición de un Valencia que se sabía que huiría de la pelota y que sólo la querría para contraatacar, llevaba a muchos a temerse algo no muy bueno. Pudo ser peor, la verdad. No por el juego del Barça, que no fue malo, o por la puesta en escena del Valencia, que era la esperada, sino por ver a Messi echado en el suelo, reclamando un masaje en el muslo de la pierna derecha en el tramo decisivo del partido. 

El Barça llevaba ocho victorias seguidas en Liga. Ocho. Eso por un lado. Y luego aparecía otro dato sorprendente. Con la de tiempo que lleva Marcelino García braceando por las áreas técnicas, y resulta que nunca ganó al Barça. Esa estadística seguirá siendo buena para la próxima temporada, a no ser que los dos equipos se vean en la final de Copa. Ahí habría otra oportunidad para el asturiano o para los culés de seguir impidiendo una alegría al entrenador del Valencia. Y volviendo a los números del Barcelona. Como no podía ser de otra manera, el líder no iba a ganar todos los partidos, pero el cupo de puntos perdidos como local se consumió: una derrota ante el Betis y dos empates, frente al Girona y hoy son demasiados teniendo en cuenta lo que le cuesta al Barça lejos del Camp Nou. 

Y luego, lo de Messi. Líder en todos los sentidos, cuando el partido estaba para que lo reventase, acabó recibiendo un masaje en el muslo de la pierna derecha que acabó siendo una supuesta falsa alarma, de la que pocos se fían. Aún así, Messi perdió la confianza en el partido y el Barça dio por bueno el empate. No pintaba bien la tarde. La sensación era más bien rara.