Lo del VAR es jugar a las siete y media

El VAR ha corregido bien 59 jugadas, 59 decisiones equivocadas que sin este sistema no hubieran tenido solución. Esa es su fortaleza. Su debilidad es que los fallos se soportan peor y, sobre todo, que resulta un galimatías entender cuándo el árbitro del VAR debe avisar al de campo de alguna cosa. El protocolo inicial es muy restrictivo. El sistema se ideó para 'mínima interrupción con máximo beneficio', pero en lo que llevamos de LaLiga se ha intervenido en mucho menudeo, lo que hace que a partir de eso se eche en falta que se investigue cualquier jugada dudosa. Ahora que el Comité está tratando de poner freno a aquel exceso sobreviene lo de Suárez.

Va a ser difícil recuperar la confianza del público en un sistema que unos esperamos resignados y otros esperanzados. Veo a Velasco Carballo metido en los apuros del jugador de siete y media. Ya saben ese "...juego vil, que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y o te pasas o no llegas". A los árbitros de VAR los hemos visto pasarse en intervenciones innecesarias para cosas pequeñas y quedarse cortos en jugadas de las que llevan un trueno dentro, como la del penalti de Vinicius. Y tampoco se entiende el criterio por el que se enseñan o no las repeticiones, una deficiencia que alimenta feas sospechas.

Hay quien opina que el árbitro de VAR no debería ser un árbitro activo, pues le puede condicionar su relación con el colega que está en el campo. Hay quien sugiere tirar de ex futbolistas o ex entrenadores, pero ellos han tenido lazos con clubes, y eso acarrearía suspicacias. Los árbitros veteranos, en mayoría, se autoproponen. Su ventaja sería que han tomado cierta distancia al retirarse, y no tienen lazos con los que están en activo. En todo caso hace falta paciencia y afinar el cuándo y el por qué, a fin de cuadrar las más veces posibles las siete y media. Si no se puede, habrá que cambiar el protocolo e intervenir más, como sugiere Iturralde.