Pitada y hartazgo

Hacer historia. El Madrid es el gran equipo hegemónico del Viejo Continente. Sus 13 Copas de Europa hablan por él en su majestuosa Sala de Trofeos. De hecho, ya suma 929 días consecutivos luciendo la corona de campeón dado que desde que ganase la Undécima en Milán (28 de mayo de 2016) no ha dejado de ser un solo minuto el dueño del cetro continental. Eso se llama hacer historia. Pero hay muchas maneras de pasar a la posteridad. También cosechando la peor derrota de siempre ante tu gente, ante ese Bernabéu que no se merece noches como la sufrida ante los rusos. Este 0-3 es sonrojante, frustrante, irritante y busquen en el diccionario todos los términos que reflejen la mala uva acumulada que tengo ante lo sucedido. Esta misma semana se han cumplido 33 años desde la mítica remontada con el Borussia Moenchengladbach. Ese 4-0, con 100.000 fieles abarrotando el Bernabéu, jamás lo olvidaremos. Muchos de ellos también nos hemos comido este 0-3 ante el CSKA que nos abochorna. Como bien dijo Carvajal, se equivocan los que piensen que era un partido intrascendente. Cuando juega el Madrid y suena el himno de la Champions, bromas las justas. Yo les ponía a los jugadores el vídeo de ese 4-0 al Borussia, con Juanito pegando botes tras ser sustituido tras el gol heroico de Santillana. Orgullo, raza, bemoles, compromiso, coraje y fútbol. Ese era mi Madrid y el de muchos. Me come la rabia.

La afición. Esta derrota que ha mancillado la historia y el honor del mejor club de todos los tiempos tiene una factura añadida que pagan los de siempre: los fieles a la causa. Me telefoneó por la mañana Antonio Ramos Sánchez, el presidente de la Peña de Sineu. Desde 1972 no había cogido un vuelo para venir desde Mallorca a ver a su Madrid en el Paseo de La Castellana. Este era su primer partido aquí en casi medio siglo. A sus 62 años, me habló con la ilusión de un adolescente. Igual que mis amigos de la Peña de Hellín (Albacete), que viajaron con más de 60 tambores dando un colorido y un calor al partido que no logró alimentar el orgullo de los pupilos de Solari. Y la tamborada festiva acabó con una pitada descomunal. Esta gente aguanta lo que le echen, pero la paciencia tiene un límite. Ya vale.

Isco, vaya lío. Su enfrentamiento con la grada tras una acción en la que esta le pedía un remate rápido generó pitos cada vez que el malagueño tocaba la pelota. Tuvo un mal día, como muchos de sus compañeros, pero al menos pidió el balón siempre. Nunca se esconde. Eso sí, debería disculparse con esa parte de la grada a la que dedicó gestos y palabras que no le ayudan a sumar puntos en su reintegro a la normalidad. Su suplencia está costando cara porque no nos sobra fútbol, pero él debe rebelarse jugando más y mejor. Y tampoco me gustó la suplencia de Keylor. Con todo resuelto, era un día para el tico. No levantamos cabeza...