Joana y una cara para el nuevo boxeo

No voy a ser yo el que descubra que el boxeo pasó en España de ser prácticamente deporte nacional a estar estigmatizado. De eso pueden dar buena cuenta los promotores, entrenadores y deportistas que han tenido que sufrir prejuicios y vetos hasta relegar a este deporte a un pequeño nicho. La falta de apoyos, y en muchos casos también de autocrítica, casi lo hizo desaparecer del plano mediático. El boxeo en España parecía ser un reducto del pasado mientras los amantes españoles al ‘noble arte’ miraban con envidia a otros países donde sus campeones eran auténticas estrellas mientras aquí, figuras como Javier Castillejo por nombrar el más sangrante, no recibían el reconocimiento al que al menos debían aspirar.

Me gusta pensar que algo ha cambiado en España con respecto al boxeo. Que si los gimnasios se llenan de practicantes, sea o no con contacto, será porque se acaban los prejuicios. Y aunque eso no esté repercutiendo directamente en la asistencia a las veladas, es un primer paso decisivo que se acabará notando.

Para que la competición enganche, para que se reciban los apoyos necesarios, para que en esta nueva etapa se llenen pabellones no como excepción sino como norma, se necesitarán referencias, y Joana Pastrana es quizá una de las mejores que hay en la actualidad. Una nueva cara que aúna calidad, ejemplo de superación y la épica del pugilismo de antaño. Si aún quedan resquicios de aquella etiqueta de ‘deporte violento sólo para hombres’, la nobleza y la igualdad de género deben ser la bandera.

Que Joana se pasee por los platós de los programas de moda de la televisión, por los estudios de las radios más escuchadas, o por las redacciones de los medios más leídos exhibiendo su naturalidad mientras habla de boxeo, no debe ser considerado una mera anécdota, sino que se trata de una mujer que intenta romper barreras también fuera del ring. En las 12 ediciones que se llevan de los Premios As del Deporte, nunca se había premiado a nadie del mundo del boxeo. Joana es la primera, otro ejemplo de que algo debe estar cambiando.