Arnau Baqué

Convertirse en un grande

La derrota en el último suspiro en el Sánchez Pizjuán nos dejó tocados. Un final cruel para un equipo que mereció mucho más y que dio un nuevo aviso serio a los demás equipos, pues no se arruga en ningún escenario y juega siempre con la misma propuesta. Un Espanyol que cada día es más sólido y reconocible y que quiere instalarse de forma permanente en el olimpo de los grandes. Sin embargo, aún nos falta un pequeño salto para ser respetados. El domingo tuvimos una nueva prueba. El VAR y Latre volvieron a jugarnos una mala pasada. ¡Qué fácil es pitar al Espanyol! Y más en un escenario como el Pizjuán. Un grande que te aprieta en el campo y en la grada, que lo protesta todo desde el primer minuto de juego y que presiona al árbitro, sabedor de que su caché futbolístico de los últimos años impresiona. Es aquí donde quiero llegar, pues nuestro amado club está pagando el peaje de pelear arriba sin ser un grande. Un hándicap al que debe sobreponerse y que le impone un plus de presión y de responsabilidad.

En el fondo, parte de este peaje lo podemos solventar los aficionados, llenando semana tras semana nuestro fortín de Cornellà-El Prat. Este será el primer paso para acompañar al equipo y para que nos empiecen a respetar. El Sevilla nos enseñó la fórmula y de nosotros, en gran parte, depende convertir nuestro estadio en una olla a presión que intimide a los rivales y que cause respeto a los grandes. Nos queremos transformar en un grande y estamos en el proceso, ahora estamos viendo que nos hace falta para dar el salto.