Ha causado cierta extrañeza entre los aficionados madridistas el comportamiento físico–médico de Varane en este Mundial de Rusia recién terminado. No se ha oído hablar ni un solo día de la rodilla del jugador francés, cuando en el Real Madrid, de forma regular, tiene sus pequeños problemas de la rodilla operada de menisco externo, que han obligado al entrenador a dar ciertos descansos para una mejor recuperación.

Desde el punto de vista médico, es comprensible lo ocurrido. Varane se ha visto titular desde el principio, con total confianza del entrenador y con rendimiento deportivo al más alto nivel, con lo cual su organismo ha liberado neurotransmisores positivos que han aumentado su autoestima, elevando el umbral del dolor y valorando inconscientemente menos el riesgo de lesión, con lo que el nivel de reflejos y los mecanismos de acción-reacción se han encontrado en su momento más alto y, en consecuencia, el rendimiento ha sido óptimo. Esto viene a demostrar lo que tanto hemos dicho, que el aspecto psicológico, en un deportista, es tanto o más importante que el aspecto físico. Y este es un claro ejemplo.