Mr. Pentland

Míster Pentland fue justo lo que la mayoría llevamos dentro: un entrenador. El precursor y más innovador. Este rincón tratará de su gremio. De los inicios, las trayectorias y las anécdotas de sus sucesores. Modestos y profesionales. Españoles y foráneos. De club o seleccionadores. Bienvenido. Pase y tome asiento.

Autor: Alfredo Matilla

ALFREDO MATILLA

Luis Enrique me representa

¿Qué diferencias hay entre ser técnico y seleccionador? ¿Nos gustaría un entrenador extranjero para España? De momento tenemos a un asturiano, que no polaco.

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Luis Enrique me representa
JOSEP LAGO AFP

El Mundial del disgusto y las sorpresas nos deja varias lecturas y muchas de ellas apuntan a los banquillos. Desde la óptica española, Rusia ha sido una gran revolución. La Selección acudió al Este a lomos de Lopetegui, amenazó tras su despido con Celades, se puso a la desesperada a las órdenes de Hierro y regresó aferrada a Luis Enrique. No está mal el baile de nombres para tratarse tan sólo de un puñado de días. Desde un punto de vista más general, la cita ha dado para dos reflexiones referentes a los entrenadores que maridan con el espíritu de este blog. Una: ¿qué diferencias, más allá de las evidentes, existen en el modo de trabajo entre entrenar a un club o dirigir a una selección? Habrá que ir situando a Lucho… Y dos: ¿aceptaríamos en España, como ya se hace en otros muchos países, que el seleccionador nacional fuera extranjero?

Para el primer interrogante en el que encontrar las siete diferencias habrá que remangarse y comparar. Hay candidatos que sonaron en estos días a los que se les nota que aún les va más la batalla diaria. Mientras, a otros como a la nueva apuesta del presidente Luis Rubiales les vendrá de maravilla el cambio y competir de vez en cuando, aunque sea por no ver a los periodistas cada mañana. Lo cierto es que hay muchas diferencias:

Un técnico es nombrado a dedo. Y para un seleccionador se exige el consenso. Como si alguna vez alguien nos hubiera pedido opinión para confiar en Miera o Clemente.

Un técnico siempre hereda una plantilla. Configurada con esmero o destrozada por terceros. Un seleccionador, como un privilegiado, es el que elige a sus lacayos y o los usa o los va cambiando.

Un técnico vive estresado con el trabajo diario y centrado en el partido a partido sin pasar las hojas del calendario. Un seleccionador, por contra, observa más que dirige durante meses y planifica con la previsión de unos novios en la organización de su luna de miel.

Un técnico se estresa en el mercado de invierno para que los Reyes cumplan en las rebajas y, sobre todo, para que el presidente no le dé disgustos inesperados. Un seleccionador cuando de verdad se agita es, curiosamente, en las citas que amenizan los primeros días del verano.

Un técnico se ajusta al Plan Bolonia y pasa exámenes de la evaluación continua cada tres o cuatro días. Un seleccionador se la juega realmente cada dos años, con la irregularidad de un opositor.

En definitiva, un técnico rinde cuentas quiera o no ante la misma hinchada varias veces al mes. Y un seleccionador apoya, sabiamente, la moda de llevar a su equipo de campo en campo y de norte a sur, como el baúl de la Piquer, sin repetir sede ni aficionados.

World Cup - Third Place Play Off - Belgium v England

Para la pregunta de si contar con un seleccionador extranjero sería factible aquí o no, la respuesta parece clara: el dirigente que se atreva a dar el paso hacia el aperturismo en este siglo podría ser prendido en la hoguera por el corporativismo y por el espíritu nacional, aunque escuchando tanto piropo a Roberto Martínez en Bélgica, sin señalar a sus ciudadanos, nos creamos que estamos preparados... Por sonar antes que Luis Enrique ha sonado hasta Paco Jémez, pero no ha salido a la palestra el nombre de ningún foráneo e incluso se le ha reprochado al elegido en el casting final su supuesta falta de patriotismo. Raro.

Particularmente, seguiría con la tendencia actual. La de apostar por la abundante cantera que hay; no con lo de faltar a la verdad. Y no por reaccionario. Eso no. Creo que en España sobran entrenadores de la tierra preparados. Considero que la gracia de las competiciones entre selecciones radica ahí, en la peculiaridad de elegir al personal por el documento nacional de identidad y no por lo que siempre se guían los clubes: por el deseo, la ambición, el capricho o el dinero. Ya me pasa con los jugadores nacionalizados, y que me perdone un gran delantero como Diego Costa. A veces la conveniencia prima sobre la tradición y los sentimientos y, por eso, no termino de ver estas concesiones. Tampoco me tiraría de los pelos si mi visión choca un día con otra realidad o alguien me da una explicación convincente que me convenza, que conste; pero prefiero competir por ahí con un tío de Soria o de Toledo. Para animar a Messi, Griezmann o Bale ya nos sobran domingos.

Y eso que los experimentos nunca nos fueron mal. El inglés Mister Pentland, que da nombre a este blog, fue el único extranjero puro que dirigió a España en su historia en 1929, porque Pedro Parages (1923-24), Eduardo Teus (1941-42), Paulino Alcántara (1951), Kubala (1969-80) y Santamaría (1980-82) tenían la doble nacionalidad. Lo hizo dos veces de seleccionador ocasional con España y aconsejó a José María Mateos en un triunfo histórico que desembocó en la primera derrota de Inglaterra en Europa (4-3). Esta vez, para la revancha de septiembre en Wembley que abrirá una nueva era en la Selección, confío en que nos bastará con tirar de un ilusionado asturiano, aunque para algunos siga siendo polaco y hasta el mismísimo diablo. A mí, un técnico con esa preparación, talento, hambre y su defensa de la psicología deportiva sí me representa. Lo de caerme bien, la verdad, lo veo algo secundario. Lo de que seamos otra vez sólo Fair Play del Mundial sí que lo veo tan doloroso como innecesario.