Caso Festina: 20 años que sí cambiaron la lucha antidopaje

Hoy se cumplen 20 años de la detención de Willy Voet que desencadenó el caso Festina. El aniversario coincide con los ecos de la polémica absolución de Chris Froome. Con este panorama, hay una enorme tentación a proclamar que el ciclismo no ha cambiado en estos dos decenios. Así se deduce también de la interesante entrevista que publicamos este domingo con Antoine Vayer. Hay que dar crédito a sus palabras, porque conoce bien aquella época. Estaba allí. Pero me resisto a abandonarme a esas teorías apocalípticas que apuntan a que el periodo actual es tan oscuro como aquel. Evidentemente, el dopaje continúa en el pelotón, con mayor o menor intensidad. Pero lo de 1998 era una barra libre fuera de control, de la que apenas se salvaba nadie. Christophe Bassons se convirtió entonces en un héroe nacional por no doparse.

El caso Festina sí cambió cosas. Para empezar, la visión de la sociedad. Los aficionados no veían el dopaje como un problema. Los organizadores, con el Tour de Francia al frente, miraban para otro lado. Y las federaciones. Y los periodistas. Ahora hay mayor conciencia. Aquel escándalo también demostró que los controles eran insuficientes, que era necesaria la implicación de la justicia y los gobiernos. La AMA nació porque el deporte no podía vivir en una isla sin ley. También tomaron fuerza los arrepentidos, o no tan arrepentidos, que permitieron la suspensión de Lance Armstrong o la instrucción de la Operación Puerto, que acabó sin sanciones, pero sacó del ciclismo a incitadores de la trampa. La EPO ya se detecta, el pasaporte biológico es una buena herramienta... Claro que hay dopaje. Y picaresca. Pero no todo sigue igual.