Lo que pudo haber sido y no fue

Sin excesivo protagonismo, pero también sin estridencias ni florituras, muy cohesionado atrás y obligando al rival a abrirse a las bandas. Sacando petróleo de cualquier balón dividido, veloz y hábil al espacio. Y mostrando un buen criterio con el balón. Así debió ser el Espanyol en la segunda temporada del proyecto Chen, el 2.0 de Quique Sánchez Flores. Y así fue el Espanyol que despidió LaLiga con una victoria de prestigio, otra, en San Mamés, ante un Athletic Club con los leones más mansos que se pudieron encontrar. En el camino, 38 jornadas de altibajos, con más lágrimas que sonrisas y la crónica de lo que pudo haber sido y no fue.

Un entrenador recién aterrizado desde Tercera, que admite no haber descubierto la penicilina, le comió la tostada a quien tenía que liderar un proyecto que ahora ya sabemos que no será tan ambicioso como lo pintaban. Invicto termina Gallego, con una hoja de servicios espectacular, cuatro victorias y un empate, que lo es más si se tiene en cuenta la depresión de la que venía el equipo, en juego, sensaciones y resultados. O que dos de esos triunfos se han producido en el Wanda Metropolitano y en San Mamés. Y, para colmo, contra el Athletic esos tres puntos finales llegaron en un córner, otro de los déficits de la temporada.

Lo positivo es que cierra el Espanyol la temporada con una sonrisa, que estos últimos partidos han reconciliado a la afición con una plantilla que sí daba para más, y que por tanto hay base sobre la que volver a construir. Lo negativo, que esa sonrisa es nerviosa, cargada de electricidad estática, por lo que vendrá: las ventas de Gerard y Aarón, sin ir más lejos. Que, una vez bajado el telón, no aproveche el club para desnudar el escenario de modo que el curso próximo solo queden las tramoyas. Porque el show debe continuar.