Ahora otro 3-0... ¿por qué no?

El partido se puede resumir de manera sencilla: hasta que Salah estuvo en el campo, no lo estuvo la Roma. La dura ley del ex volvió a golpear de la manera más cruel, estaba endemoniado. Que no celebrara sus goles fue un consuelo mínimo para los giallorossi, que le veían llegar por todas partes y hacer lo que le apetecía ante la misma defensa que hizo desaparecer a Messi. Una actuación memorable, guinda de un pastel hecho por 43 dianas. Klopp, con el 5-0 en el marcador, pensó que los deberes estaban hechos y le sacó del césped. Error garrafal. Sin Salah, se apagó el Liverpool y salió el orgullo del Roma, el que aniquiló al Barça. Aquella hazaña fue tan inmensa que con un 5-2, en las caras de los Reds, se veía miedo, agobio. Un resultado que normalmente dejaría tranquilo, ante los romanisti se hace imprevisible. Hará falta otro 3-0, aunque cuando uno logra grandes cosas, al final le acaba cogiendo el gusto. Será complicado, pero se jugará en el Olímpico, donde en los cuartos cayeron los dioses. Así que... ¿por qué no creer?