Esta F1 sí engancha: 80 adelantamientos

Espectáculo e igualdad en la pista. Dos premisas que la mayoría de aficionados a la F1 colocan en los escalones más altos de la pirámide a la hora de escoger elementos clave e indispensables. La superioridad de Mercedes en los últimos años y las dificultades para adelantar, provocadas por las turbulencias generadas por los coches y que complican mucho la maniobra para acercarse, quedaron en el olvido en un GP de China espectacular, emocionante, competido y con múltiples alternativas y batallas. Nada menos que 80 adelantamientos se registraron en las 56 vueltas que componían la carrera disputada en Shanghái. Y esa es la salsa que mejor combina con un deporte que debe hacer levantarse de la silla al televidente. Si hay competitividad, la F1 cuenta con intangibles que enganchan.

Por contra, el peor enemigo es el aburrimiento, la previsión, la falta de emoción. En la F1 deben suceder cosas y, por supuesto, dentro de la deportividad y el cumplimiento del reglamento, son fundamentales figuras como la de Verstappen. El holandés de Red Bull no se conforma con el guión previsto y aunque a veces se equivoca, como pasó ayer y por eso fue sancionado, nunca se conforma. Como le ocurre a Alonso. El asturiano participó muy activamente en que la cifra de adelantamientos creciera y la ambición de ambos cala en el resto. Si la mecánica es menos decisiva, los pilotos dan mayor espectáculo. Un suceso imprevisto, la salida del Safety Car, desencadenó un nudo y desenlace inesperado en la película. Y eso ofreció la mejor carrera de F1 en muchos meses. La que desean muchos aficionados.