Bale y un sitio donde crecer

No sé si les ha pasado alguna vez, pero viendo a Gareth Bale recibiendo un balón, controlándolo y lanzándose a la carrera, se me viene a la cabeza lo pequeña que es la pelota, o lo grande que es él. Es un efecto óptico pero también de cabeza. Casi como una escena de una película de Marvel: el esférico avanza gigantesco pero cuando vemos el pie del superhéroe, de físico imponente, ha adquirido el tamaño de una pelota de tenis. Pero hay algo más que se suele ignorar cuando se habla del galés: su técnica es tan depurada que consigue controlar el balón (y combinar, y chutar) con mucha facilidad. Eso también hace que todo parezca más sencillo, que el balón no sea su enemigo, sino su amigo leal, sumiso. Pequeño.

Es por todo ello que a nadie se le escapa que no hemos visto todavía al mejor Bale, que hay mucho por descubrir. Y es por ello también que, cada vez que surgen historias que le relacionan con una vuelta al Tottenham o su fichaje por el Manchester United, a día de hoy tanto el club blanco como el propio jugador alzan los hombros, resignados. ¿Para qué? Está en el sitio en el que quiere crecer.