Javier Fernández conquistó el año pasado su quinto título europeo consecutivo en Ostrava, en casa de Ondrej Nepela, el último que había encadenado esa cifra, concretamente en 1973. Y en el actual ha sumado el sexto en Moscú, ante la mirada de Eugeni Plushenko, uno de los más grandes de siempre con siete coronas continentales. Tuve el privilegio de verle ganar el oro olímpico en Turín 2006. Un genio. Superjavi no tiene rival en Europa desde 2013, aquí compite contra la historia, contra un palmarés plagado de mitos. Ya sólo divisa por delante al ruso y a dos ilustres de la primera parte del siglo XX: Ulrich Salchow (1898-1913) y Karl Schafer (1929-36). Por cierto, desde los tiempos de este último, ningún patinador había conseguido enlazar seis Europeos. Ese es el Olimpo de Javi. Seis veces leyenda. 

Deslizo estos nombres para poner en valor una victoria que, a base de repetirse, puede parecer fácil, pero en absoluto lo es. La figura de Javi ya se alza colosal, pero cuando se retire, su dimensión crecerá. Por desgracia, no queda mucho para eso. Esta sexta corona continental nos ilusiona para Pyeongchang, pero no hay que lanzar las campanas al vuelo. Todo lo contrario. El madrileño viajó a Moscú “a un 70%” de su tope, que reserva para febrero. Entonces le esperan varios portentos físicos que no han competido aquí: Hanyu, Chan, Chen, Uno… El propio Plushenko ha vaticinado que “serán los Juegos de más nivel de la historia”. Palabra divina. Superjavi fue uno de los primeros que incorporó tres cuádruples a su programa. Ahora alguno se atreve con cinco. Frente a eso, Javi replica con otra arma: la emoción.