El Barcelona de Sito, la era Laso y la alargada sombra de Jasikevicius

Si se suman Liga ACB y Euroliga, el Barcelona está 12-12, anclado en un inaceptable 50% de victorias. Hace un año, en ruta hacia lo que acabó siendo la peor temporada en la historia moderna del club, estaba 14-10 en el mismo volumen y reparto de partidos entre competición doméstica y continental. Así que ahora mismo el club empeora su annus horribilis, el que acabó con Bartzokas (su Khimki está 7-5 en Euroliga) despedido y el proyecto transformado: llegaron ocho jugadores nuevos y un entrenador que cambiaba radicalmente la filosofía (y el tono): Sito Alonso.

En ese juego de tronos del banquillo se dirime la gran lucha del Barcelona contra una crisis de identidad que se alarga desde el declive de la era Pascual, que coincidió con el alumbramiento de la era Laso. Vasos comunicantes, ya se sabe. El Real Madrid pasó las de Caín cuando el Barcelona vivió el gran esplendor que culminó con la Euroliga ganada en París (2010), y ahora los azulgrana son una montaña de penurias mientras el Madrid alarga una etapa de inolvidable felicidad que tocó techo (por ahora) en la Final Four de Madrid 2015. En ambos casos uno tenía un estilo innegociable (en la pista) y una dirección preclara (en los despachos) mientras que el otro hacía sudokus intentando esprintar contra un rival que parecía correr más silbando. Como el Madrid antes y durante algunos años, el Barcelona se ha hecho más mal que bien en el último lustro buscando fórmulas para recuperar un terreno que, cuando se dio cuenta, ya estaba completamente perdido.

El Barcelona 2017-18 partió de la tierra quemada con un triple salto mortal (cambio en despachos, banquillo y plantilla) que difícilmente iba a cambiarlo todo en un puñado de semanas. Y menos viniendo desde un pozo tan profundo. Tan cierto es eso como que por ahora el equipo está por debajo de los mínimos exigibles y no da sensación de avanzar ni siquiera muy lentamente. Más bien todo lo contrario. Pressey no era ni un plan C cuando se escapó Larkin, que era un plan muy A. Entre los nuevos las jerarquías son cuestionables y los que ya estaban tienen en algunos casos la mirada ya fija en la puerta de salida. Tampoco Sito parece tener a la plantilla cogida por la mano mientras que la sombra de Sarunas Jasikevicius (7-5 el Zalgiris en Euroliga, triunfo en el Palau incluido) se alarga sobre el actual inquilino del banquillo como lo hará sobre el próximo… siempre que no sea él. Es solo diciembre pero por ahora el año II después de Pascual no pinta mucho mejor que el año I. Y, en términos de mínimos puros, es algo que parecía ciertamente difícil.