La dormilona

Por tres, por cuatro o saliendo por la puerta, el pádel ha llegado para quedarse como deporte profesional. Por ello, y porque lo mejor está por venir, este blog nace para analizar, valorar e informar sobre la actualidad del mundo de la pala. Pasen a la pista.

Autor: Alberto Bote

LA DORMILONA

Una tarde gris para el pádel

Los 'warnings' a Paquito Navarro y la pitada vivida en el Master Final desembocaron en una pésima imagen del pádel y el World Padel Tour

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Juani Mieres durante los cuartos de final del Estrella Damm Master Final del World Padel Tour.
World Padel Tour

La historia se compone de momentos. El deporte, al igual, de imágenes. Detalles, segundos y acciones que marcan el devenir de los acontecimientos y que hacen que algunos capítulos queden en la memoria para siempre. Eso, precisamente, es lo que ocurrió ayer en el último encuentro de cuartos de final del Master Final que cierra el 2017 del World Padel Tour. Y tuvo varios protagonistas.

Los acontecimientos fueron los siguientes. Transcurría el primer set, el partido estaba caliente y a Paquito Navarro le pitaron dos ‘warning’ por conducta antideportiva. El primero, por golpear con la pala en el banquillo, y el segundo, de forma consecutiva, por recriminar algo en voz alta. Fue entonces cuando el segundo protagonista de la tarde, el árbitro, Honorio García, consideró punibles ambas acciones y sancionó a Navarro con un punto en su contra. El resultado, una pequeña ventaja para Mieres y Lamperti que comenzaban con un 15-0 a su favor el servicio de Juani. Un pequeño gesto que desencadenó en la primera manga a favor de los de Bahía Blanca.

El partido estaba caliente, el público indignado y el ambiente tenso. Quedaba mucho partido por delante para que llegara el detonante final y entretanto, Sanyo y Paquito lograron dar la vuelta al marcador para igualar la contienda en la segunda manga. Todo estaba por decidir en el tercer parcial, pero lo que nadie sospechaba es que ocurriría de la forma en que lo hizo.

Transitaba el tercer set por sus juegos definitorios cuando, otra vez en el camino a los banquillos, algo sucedió que llevó al colegiado cántabro a sancionar a Paquito Navarro con su tercer ‘warning’. Reaccionó Paquito Navarro con la intención de irse o entendió que al ser la tercera advertencia estaba descalificado. Pero no fue así. En el Master Final la normativa de la FIP varía y a la tercera advertencia se pierde un juego y no el partido.

Cedieron pues Sanyo y Paquito el servicio a favor de Lamperti y Mieres y fue entonces cuando, literalmente, el pabellón explotó en forma de protesta. Una sonora pitada, abucheos, pisadas al graderío y un sinfín de improperios se adueñaron de la pista central del Master Final durante más de cinco minutos.

Se pitó al árbitro -especialmente- pero también se pitó a Paquito Navarro. Y algunos, incluso a Mieres y Lamperti. Se pitó en general. Como nunca se había pitado en el pádel. Todo el público silbaba, gritaba, y daba su opinión sin importar el cómo y el dónde. Mientras tanto, en el rostro de los que no lo hacían, se atisbaba un halo de incredulidad.

Y todo sucedió porque Paquito Navarro se equivocó. No encontraba respuestas a los errores cometidos y canalizó mal sus sentimientos. Volcó la frustración con gestos y actos inesperados ya en él y perdió el control de la situación. Fueron tres los fallos y tres las sanciones del árbitro. Un revolcón tardío a un jugador ya maduro, pero que no debe empañar una temporada para enmarcar. Una despedida amarga para su unión con Sanyo Gutiérrez y una nueva lección que aprender.

También erró el árbitro. Aplicó el reglamento, realizó sus funciones, pero quizá pecó de riguroso, severo y falta de mano izquierda. Debió sancionar a Paquito, pero también debió advertir a Miguel Lamperti por alguna acción. Ahí radicó la queja de muchos espectadores. Y aunque quizá no estuvo afortunado, en ningún momento fue merecedor del castigo al que le sometió el público.

Y erraron, bastante, los aficionados. La actitud de muchos –que no todos- durante los interminables minutos de abucheo fue cuanto menos reprochable. Se escuchó de todo, se vivieron momentos tensos y se dio una imagen bochornosa. Muy lejos de lo que se espera de este deporte. El cliché de ‘el público es soberano’ cumple una realidad, pero no ampara las conductas que ayer se vivieron.

Fue un momento amargo en un partido excelso, igualado y apasionante. Fue un momento impropio de un deporte que vive del respeto, cercanía y buen trato que transmiten sus jugadores, entrenadores, profesionales y aficionados. Un momento para analizar, aprender y reflexionar sobre hacía dónde camina el pádel. Porque nadie ganó con lo que sucedió ayer y hubo un claro perdedor, el pádel.