El Madrid quiere cerrar el círculo entre la admiración y la envidia

El triplete mundial. Es increíble la diferente perspectiva entre Europa y América cuando se trata de afrontar el Mundial de Clubes. No hay más que leer la Prensa sudamericana para comprobar la admiración que provoca el hecho de que el Real Madrid pueda ganar su quinto título del año natural y su triplete mundial –Champions, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes– en Abu Dhabi. De ganar, se convertiría en el vigesimocuarto título internacional del club blanco, una cifra sin parangón. En Europa, sin embargo, se le da un valor relativo a este torneo, de hecho parece que en algún caso molesta por la supuesta debilidad de los rivales y por romper el calendario. Cerrar ese círculo glorioso otra vez sólo puede generar admiración, lo que en clave española se puede leer como envidia.

El triplete virtual. Mientras los jugadores del Gremio consideran que se han clasificado para el partido de sus vidas, aquí habrá quien lea todo esto como un bolo de FIFA para expandir el fútbol o un trámite para el Madrid, que solo servirá para ver si Bale recupera las buenas sensaciones físicas y para volver a lucir Plan B. El otro triplete que pondría de acuerdo a europeos y americanos sería ganar en Abu Dhabi, recortar tres puntos en El Clásico del Bernabéu y superar la madre de todas las eliminatorias contra el París Saint Germain.

Tarjetas acumulativas. Marcelo se quejó y Zidane le secundó por el hecho de tener que pagar las tarjetas rojas del Mundial en el Madrid-Barça. Si no se tratase de un Clásico, ni se comentaría. Entiendo que FIFA quiera evitar agresiones o infracciones graves sin castigo, pero no tiene sentido que una doble amarilla tenga una penalización de tal calibre. Desproporcionado.

Mejor con los pies. A propósito del sorteo de Champions, vino a decir Arbeloa que Xabi Alonso era mejor con los pies que con las manos, cuando vio la bola del PSG. Lo mismo se podría decir de Cristiano, pero con la boca. Su grandeza son sus hechos, sus cinco Balones de Oro, sus números y su personalidad competitiva y ganadora. Verbalizar que se considera el mejor de la historia es un alimento gratuito para sus detractores. Es tan bueno para él que lo piense como tan malo que lo diga.