Garitanismo para soñar

Esta semana Asier Garitano ha sido más fiel que nunca al garitanismo. Su estilo de vida. Una fe evangelizada con pasión por la parroquia pepinera. Para empezar, cero charlotadas. Los jugadores han reducido su presencia en actos rimbombantes y se han cortado las visitas a programas nocturnos de radio. Por teléfono o nada. Hace un año, la llegada del Barça convirtió Leganés y Butarque en una feria. Un parque temático de la sobreexposición mediática. Esta vez, no. El de Bergara también ha blindado los entrenamientos (dos a puerta cerrada, no es lo común) y ha afilado sus reflexiones en sala de prensa.

Su comparecencia de ayer fue un recital. Cada respuesta, un manual de ambición. Me quedo con dos: “Grandes somos todos los de Primera” y “El año pasado nos metieron cinco, marcamos uno y la gente se fue a casa satisfecha. Ese conformismo no es bueno”. Él no se conformará hoy con nada que no sea ganar. No es una utopía. Es Garitanismo. Una religión en la que las casualidades, no existen.